Una caricatura muestra los rostros del grupo que pasa las mañanas en el entorno de la ermita del Compás; la intención del autor es que el cuadro decore una de las dependencias del hogar del jubilado del pueblo.
El 80% de los clientes suele reírse al verse retratado en forma de caricatura“¡Vaya orejas que me han puesto!”, “¡Qué narizota!”, “¡Ni nosotros mismos nos reconocemos!”. Estos y otros muchos son los comentarios del grupo de mayores que se resguarda del calor de las mañanas a la sombra de los árboles de la ermita del Compás. Son los flamantes protagonistas de una de las últimas caricaturas de Juan Ramón Sosa, el pintor que desde hace seis años se encarga de retratar a los turistas que acceden a posar para él. Sin embargo, y a pesar de verse con algún que otro defectillo, lo cierto es que los mayores están muy orgullosos de figurar todos juntos en un cuadro que no pocos se acercan a admirar. Pronto, tal y como les ha prometido Juan Ramón, el lienzo decorará una de las paredes del hogar del jubilado del pueblo, algo que les parece muy buena idea y les llena de satisfacción. “Como pasamos las mañanas juntos y soy amigo de todos, un día se me ocurrió pintarlos. A ellos les pareció muy bien, y para mí fue una oportunidad de hacerles la vida un poquito más alegre”, cuenta el autor de la caricatura.
Para Juan Ramón, aunque la gente se saque defectos, lo principal es que sepan reírse de sí mismos. Y según cuenta, así ocurre en el 80% de los casos. “Hacer una caricatura es extraer la personalidad de cada persona, para dedicarte a esto, hay que tener muy buen humor, tienes que apreciar el cómic y querer mucho a la gente”, explica. A juicio del artista, son los niños los que más se sienten atraídos por la caricatura; también los turistas extranjeros. En una sola mañana, Juan Ramón puede pintar una media de cuatro o cinco cuadros; por la noche, se traslada al Torreón de La Cala, donde aprovecha el tirón de la playa para retratar a los visitantes. Sus caricaturas tienen un precio de 10 euros en blanco y negro y 20 euros en color, aunque el “secreto del éxito está en tenerla acabada en unos 5 o 10 minutos”, indica.
Anécdotas
Por las noches Juan Ramón desarrolla su trabajo junto al Torreón de La Cala de MijasA lo largo de su carrera artística, Juan Ramón ha vivido episodios muy satisfactorios. Uno de ellos ha sido retratar a casi toda la plantilla de jugadores del Fútbol Club Barcelona. “En Mijas, hay una Peña Barcelonista y, cada vez que viene el equipo a jugar a Málaga, la peña va al hotel donde se concentra para dejarles un obsequio. Se trata de la caricatura de un jugador, me lo encargan a mí y ellos se lo entregan personalmente”, cuenta orgulloso. Sin embargo, no a todo el mundo le gusta verse retratado de manera exagerada. “Hay gente que tiene una visión demasiado optimista de sí mismo y cuando se ven, ponen unas caras...”, comenta. De hecho, asegura que una vez casi tuvo que salir corriendo tras retratar a dos niños de una familia. Al parecer, a la madre de los pequeños no le gustó nada el aspecto de sus hijos en el cuadro... Afortunadamente, son pocos los casos similares. Normalmente, retratista y retratado pasan un buen rato juntos y se llevan un grato recuerdo que, finalmente, es de lo que se trata.
“Me gusta la caricatura por afición, por herencia familiar y porque hace feliz a la gente”
Juan Ramón Sosa nació en Madrid en 1959. Su afición por la pintura se remonta a la infancia, por influencia de su madre y su abuelo, que también eran artistas. Aunque trabajó durante años en el sector de la hostelería o el transporte, hace unas dos décadas, este pintor vio la oportunidad de dedicarse a lo que realmente le apasionaba: la caricatura. Formado en una academia de arte de la capital, tenía todo el bagaje necesario para comenzar su andadura como pintor. Tras establecerse en varias localidades de la costa, llega a Mijas hace seis años, los mismos que lleva desarrollando su trabajo en la ermita del Compás. Actualmente, además, combina la caricatura con el placer de poner en práctica otras técnicas pictóricas; de hecho, pertenece al colectivo cultural Artiskéate.
Junto a la pintura, una de sus principales aficiones es viajar. Todos los inviernos, “cojo todos mis bártulos y me establezco en un país del Caribe, busco un lugar turístico y me dedico a lo mío”, cuenta. No obstante, cuando llega el buen tiempo, siempre vuelve a su lugar en la ermita mijeña. “Recomiendo a todo el mundo que se dé una vuelta por aquí, se tomen un refresco a la sombra y disfruten de las vistas del pueblo, que tienen la capacidad de relajarte y hacerte la vida más feliz”, concluye.
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