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Viernes 22/11/2024

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Las lágrimas de Helena

Las primeras noticias históricas del tomillo nos trasladan al Antiguo Egipto, de cuyo término ‘tham’, que era un tipo de tomillo utilizado en los ritos funerarios, deriva el verbo griego ‘Thym’, que significa perfumar, en alusión al intenso y agradable aroma de la planta.

Las primeras noticias históricas del tomillo nos trasladan al Antiguo Egipto, de cuyo término ‘tham’, que era un tipo de tomillo utilizado en los ritos funerarios, deriva el verbo griego ‘Thym’, que significa perfumar, en alusión al intenso y agradable aroma de la planta.

De ahí, traducido por Virgilio, pasa al latín, de donde toma su nombre científico “Thymus vulgaris”.

Son numerosas las leyendas en todas las épocas sobre esta planta de fabulosos poderes. La más extendida, basada en la mitología griega, afirma poéticamente que la planta del tomillo surgió de una lágrima derramada por la noble Helena de Troya, de la que los guerreros obtenían fuerza y valor para la lucha. Otra leyenda, en esta ocasión  cristiana, relata que cuando José de Arimatea trasladó el Santo Grial a la montaña Sagrada de Montserrat, los ángeles poblaron sus laderas con tomillo a fin de perfumarlas y otorgaron a esta planta propiedades curativas.

Los griegos la utilizaban en sus baños y la quemaban, no solo como incienso en sus templos, sino como purificador del aire durante las epidemias.

También conocieron sus virtudes medicinales para los enfermedades del pecho, como desinfectante o contra los dolores articulares, como se recoge en los escritos del médico y filósofo Galeno, que aconsejaba su uso en polvo.

Del mismo modo, los griegos valoraban mucho una miel elaborada de las flores de “herpellon”, una variedad de tomillo que crecía en los montes que rodean Atenas.

También narra la tradición cristiana que en el pesebre del niño Jesús, la Virgen María puso unas ramas de tomillo entre las pajas que recogió del establo de Belén. Igualmente, la etnia gitana distingue al tomillo como una planta sagrada, afirmando que un antiguo dios egipcio se la obsequió a su pueblo.

Entre los romanos como entre en los griegos era habitual su uso en los baños por sus propiedades estimulantes, motivo por el cual los soldados romanos tomaban baños de tomillo antes de una batalla en la creencia de que les confería fuerza y coraje. Lo introdujeron también en la cocina perfumando vinos, quesos y carnes.

Se sabe que en esta época los conquistadores romanos divulgaron el cultivo del tomillo por Europa occidental. Ya en la Antigua Bizancio, por influencia de Roma, se encuentran elaboraciones de recetas con el tomillo como condimento en sopas, carnes y salsas. El poeta Virgilio le consagra un párrafo en sus Geórgicas, exaltando su olor, y Plinio nos indica que el tomillo debe cogerse cuando está en flor y secarlo a la sombra.

En la Edad Media, las mujeres a menudo daban a sus caballeros y a los combatientes ofrendas en las que ponían ramas de tomillo, que estos bordaban en sus ropajes coronadas por una abeja para recordarles que el aguijón de la abeja era el que representaba su valentía y dureza, pero que ello no debía excluir la humanidad, la clemencia y la dulzura que representaba el tomillo.

El tomillo también se usaba como odorífero en los funerales y se ponía también en el ataúd del difunto con lo que creían asegurar un buen paso a la otra vida. En las zonas rurales existía la costumbre que aún perdura de emplear las ramas de tomillo contra las tormentas y los rayos, junto con el ajo o el laurel.
Su principal componente es el aceite esencial del tomillo. Como en otras muchas plantas, su extracción se hace mediante  la destilación de las hojas.

El elemento más importante del aceite es el llamado timol, tiene propiedades antisépticas. No obstante, es preciso ser prevenido al utilizarlo ya que mal aplicado puede llevar a intoxicaciones.

Debido a sus cualidades carminativas, el aceite esencial del tomillo es eficaz para aliviar trastornos estomacales. El uso más conocido del timol es como agente bactericida fungicida y antiviral. En algunos casos es efectivo incluso con bacterias o microorganismos resistentes a otros métodos de la medicina tradicional.

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