El flamenco encuentra en la Cuaresma y la Semana Santa un espacio para explorar su sentir religioso, cercano al pueblo, con un cante que por regla general se disfruta mirando hacia arriba: la saeta. Y para ponerlo en valor, la peña flamenca Unión del Cante organizó el sábado 16 un encuentro con dos grandes cantaores: José García Vilches ‘El Petro’ y María del Carmen Corpas.
En su sede del Cortijo Don Elías, la saeta, un palo flamenco que, por regla general, se disfruta a pie de calle, de noche, en un ambiente ionizado en sentimiento e incienso, encandiló al público que acudió al encuentro. Un estilo que, como recordó el presidente de la peña, Diego Morilla, es una de las dos manifestaciones religiosas que el flamenco posee: “Una son los villancicos para la Navidad y la otra, la saeta para la Semana Santa, siendo esta última uno de los palos más difíciles que existen”.
En esta ocasión y de manera excepcional, los dos grandes cantaores contaron con la guitarra de Morilla así como con la actuación especial y final de la hermana de María del Carmen Corpas.
Para El Petro la saeta son “oraciones que se transmiten a los Santos Titulares, son sentimientos que representan una parte fundamental de la vida”. Los principales premios que ha obtenido El Petro giran en torno a las saetas. Y es un cante que supone un gran reto porque el cantaor se enfrenta con su sola voz, sin artificios, al público descarnado.
Algo que recordó Corpas Martín, que también actuó en el encuentro: “La saeta es lo más difícil del flamenco porque, además, requiere de emoción, de un sentimiento que a veces desborda. Yo creo que la saeta es una oración hecha cante, y cuando canto una saeta, la imagen para mí es de carne y hueso; en ocasiones he llorado mientras cantaba”.
Con mucho respeto y sentimiento, y despojado del artificio de los pasos procesionales, las saetas brillaron con sonido propio, siendo las protagonistas absolutas del encuentro en la peña flamenca.
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