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Viernes 22/11/2024

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Habrá que esperar para saber el valor

Cierto niño tenía un deseo muy profundo, era muy pobre y pensaba que algún día podría tener un caballo. Pasó el tiempo y un día siendo ya un adolescente

Cierto niño tenía un deseo muy profundo, era muy pobre y pensaba que algún día podría tener un caballo. Pasó el tiempo y un día siendo ya un adolescente llegó al pueblo un grupo de caballos salvajes, para su sorpresa un caballo se desvió del grupo y fue a parar a su propiedad. Comenta un hombre al padre del muchacho: qué suerte tiene su hijo; siempre deseó un caballo, pasó el tiempo y llega ese grupo de caballos salvajes, él abre la puerta y el caballo entra en el establo. A lo cual responde el padre: puede ser una suerte o una desgracia.

Un buen día sale el muchacho y por descuido deja la puerta del establo abierta permitiendo así que se escapara el caballo. Nuevamente comenta aquel hombre: qué mala suerte tiene el muchacho. A lo cual responde el padre: puede ser una suerte o una desgracia.

Luego de algún tiempo aparece nuevamente la manada de caballos y para sorpresa de todos, en ella venía el caballo del muchacho, este corre a abrir la puerta del establo y nuevamente aquel caballo entra, ahora le acompaña una yegua, la cual al revisarla estaba preñada. Vuelve a comentar: qué suerte tiene este muchacho. A lo cual responde el padre: puede ser una suerte o una desgracia.

Al cabo de un tiempo se organiza una feria, donde se realizaría un rodeo, el muchacho se prepara con su caballo para participar sin embargo, al practicar, cae del caballo rompiéndose un brazo y no puede participar en el rodeo. Se acerca una vez más el hombre y dice: qué mala suerte tiene ese muchacho. A lo cual el padre responde: puede ser una suerte o una desgracia.

Por esos tiempos la comarca se ve azotada por invasores a lo que se estima necesario declarar una guerra, todos los habitantes deben alistarse en el ejercito para junto a sus caballos ir a la guerra, el muchacho al tener un brazo fracturado no puede acudir. Una vez más, aquel hombre opina: qué suerte tiene su hijo.

Este breve relato muestra que se puede evitar valorar los acontecimientos hasta que no ha pasado un tiempo. Cuando tiene lugar un hecho, no sabemos qué función tendrá: si servirá de acicate o de rémora. Solo una vez que ha pasado el tiempo y las acciones, podremos valorar qué función tuvo. No hay que precipitarse ni fiarse de las apariencias, lo que en principio puede juzgarse como algo negativo puede ser el motor de algún hito.

Las cosas suceden, además no siempre por una causa justa. Pero siempre, cada sujeto tiene la última palabra, puede hacer una cosa u otra, con respecto a ese hecho que ha sucedido. Por ejemplo, ante la viudez, -hecho sin duda significativo-, una señora puede deprimirse y no levantar cabeza; y otra señora puede vivir la vida y hacer cosas que jamás se pensaba que iba hacer. Enviudar, en principio es un hecho que se puede valorar como desafortunado, pero con el paso del tiempo podemos afirmar que el mismo hecho que a una mujer hundió, a la otra le dio fuerza para introducir novedades en su vida.

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