Hay que observar muy bien cuál es el efecto que tienen determinados videojuegos en los niños”. Una vez más los profesionales advierten de que los padres no pueden dejar a los hijos solos frente a las pantallas, sino que tiene que haber detrás una educación digital, un acompañamiento.
Según la psicóloga Silvia Álava, directora del área infantil del Centro de Psicología Álava Reyes, “los padres tienen que pararse y observar bien a sus hijos. Si hace falta te pones a jugar con ellos, nadie como tú conoce mejor a tu hijo y vas a saber enseguida qué efecto está teniendo en tu hijo el juego”. Según la profesional, coordinadora del libro ‘El arte de educar jugando’, en el que colaboran otros 14 psicólogos especialistas en diferentes áreas, “a través del juego se consolidan muchos aprendizajes”, también, aunque de manera diferente, a través de los juegos tecnológicos.
“Tanto a nivel cognitivo, como puede ser el desarrollo de la memoria, de la atención, de la planificación, de la organización o de la función ejecutiva, pero también hay muchos aprendizajes de tipo socioemocional que se hacen a través de los juegos, sobre todo, el tradicional. Porque cuando los niños juegan con más niños tienen que aprender a negociar, a ceder, a respetar normas... y es muy importante darle al juego todo el valor que puede tener en el aprendizaje”. ¿Y qué ocurre en el caso de los videojuegos? “Hay mucha controversia en la evidencia de cómo los videojuegos interfieren en el correcto desarrollo socioemocional del niño”, apunta Álava, con más de 20 años de experiencia en la psicología infantil.
“Hay autores de estudios que dicen que los videojuegos interfieren correctamente en el uso de ciertas habilidades emocionales, y otros que aseguran que no. Depende mucho del tipo de juego”, opina. Lo que está claro, insiste, es que “hay que observar muy bien cuál es el efecto que tienen los videojuegos en los hijos. Y aquí hay una cosa fundamental: los videojuegos tienen un código que nos dice la edad recomendada de juego.
Y el problema es que muchas veces nos encontramos con niños pequeños jugando a juegos que no corresponden con su edad, donde tienen que exterminar una ciudad completa, matar o extorsionar a una persona”.
Chupete emocional
“Si el niño se siente bien jugando, fenomenal, pero cuidado cuando usamos los videojuegos como un chupete emocional”, apunta la psicóloga. El tema es que si el niño tiene un problema en la vida real, del tipo que sea, de falta de seguridad, de baja autoestima, con los amigos, “si en vez de enfrentarse al problema y desarrollar herramientas de habilidades que le permitan solventarlo, se refugia en los videojuegos, donde no tiene que evitar el problema, desarrolla un avatar completamente distinto que le hace sentirse bien, eso es muy peligroso y lo único que conseguimos es esa sensación de falsa seguridad.
Mientras estoy en el videojuego estoy bien, pero en la vida real me siento peor, porque mi vida real no me gusta, mi yo real no me gusta. Ahí tenemos que tener mucho cuidado, no podemos demonizar los videojuegos, pero sí poner un límite. Si estamos viendo que hay un problema, hay que trabajarlo”.
La psicóloga explica que hay que darle al niño herramientas “para que en la vida real también pueda ejercer ese rol que se ha creado en el videojuego. Porque si no, lo que está ocurriendo es que usa la tecnología como un refugio para no enfrentarse a sus problemas reales”. De hecho, explica Álava, “en consulta vemos que muchas personas usan la tecnología como un chupete emocional. Los niños y adolescentes se refugian en los videojuegos y los adultos en las redes sociales. No queremos decir que las tecnologías sean malas, porque no es así, tienen cosas muy buenas, pero cuando las utilizamos de forma correcta”.