Isabel Merino. La cocina tradicional, la de toda la vida, la que se hace a fuego lento, no es solo un sabor, es el placer de reunirse en torno a un fogón, el disfrute de escuchar de la mano de voces más veteranas cómo, con elementos sencillos y naturales, es posible dar a luz platos sabrosos y nutritivos. En Mijas, contamos con extenso recetario que debemos, en parte, al ingenio de nuestros abuelos que, en tiempos en los que casi no había nada que echarse a la boca, echaron mano de los frutos de la tierra y el mar para alimentar a toda una familia. Remedios Valenzuela tiene el privilegio de atesorar en su memoria muchas de estas recetas que, afortunadamente, han llegado hasta nuestros días y que constituyen uno de los pilares básicos de la dieta mediterránea.
“Un día cociné un salmorejo y, cuando lo vi sobre la mesa, tan colorido, le hice una foto. Así fui, día a día, fotografiando todo lo que cocinaba y volcándolo en el ordenador con su correspondiente receta”, cuenta. Y así fue cómo se gestó ‘Gastronomía tradicional mijeña’, el trabajo con el que Valenzuela ganó el premio de etnografía en los VIII Premios de Investigación Histórica y Etnográfica Villa de Mijas, que se entregaron en febrero del año pasado coincidiendo con las jornadas bianuales que organiza la Concejalía de Cultura.

Gracias con mayúsculas
Un trabajo con el que Remedios quiere agradecer el magnífico legado que nos han dejado nuestras antecesoras, capaces de hacer maravillas con lo poco que se podía conseguir en los años de la posguerra, a la vez que dejar una herencia de incalculable valor a las generaciones futuras. “Me di cuenta de que no existía nada igual. En el mercado, hay cientos de libros de recetas, pero ninguno que vuelva a los orígenes de nuestra cocina, a cómo después de la guerra nuestros antepasados eran capaces de, con una patata, una cebolla y un tomate, hacer un gazpachuelo o unas sopas cachorreñas”.
Platos de cuchara, pescados fritos e incluso dulces tradicionales como los roscos de vino. Son algunos de las recetas que recopila el libro, en el que también se describen los procesos para hornear el pan o conservar la miel o el vino. “La mayoría las conocía, pero para describir otras he consultado con gente más mayor, a la que también dedico un agradecimiento al final del libro”, reconoce Remedios.

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