Buscar, según explica el diccionario, es hacer algo para encontrar algo o a alguien. De esta forma, alguien puede buscar las llaves que se le han perdido. Otra acepción, dice el diccionario, es hacer lo necesario para conseguir algo, por ejemplo, buscar un trabajo, un novio.

¿Y la vida? ¿Tiene una persona que buscarse la vida? ¿Acaso no tiene ya la vida un ser humano como para buscársela? En sentido literal, los seres vivos se denominan así porque su cualidad es estar vivos, no tienen que buscar la vida, la tienen. Sin embargo, en su significado coloquial, sucede que para el humano es distinto que para plantas y animales.

Hay personas que se buscan muy bien la vida, son hábiles, rápidos y no cesan en su empeño. Los hay también menos avispados, pero que aún así consiguen sustento. Está al alcance de todos “estar a gusto” y que “no falte de nada”. Pero lo que nunca está garantizado para el ser humano es la vitalidad; por eso, siempre tiene que estar en constante búsqueda.

Porque buscarse la vida es algo más que llevarse un pedazo de pan a la boca. Esto, a otros seres vivos no les pasa. Así, encontrados el pan y la seguridad, encontrados el bienestar y la comodidad, el humano tiene que encontrar el modo de habitar la vida que le ha tocado.

Según la psicoanalista Gloria Fernández, “el animal sabe cómo buscarse la vida: con quién debe relacionarse y de quién defenderse, cuándo y cómo es el momento de separarse de sus progenitores, con quién y cuando aparearse, cómo y hasta cuándo cuidar de sus crías... Ellos hacen, sin dudar, precisamente todo aquello que al hombre, en cambio, le resulta problemático, fuente constante de equivocaciones y de sufrimiento.

Pues el sujeto humano, el único ser viviente que habla, tiene que recurrir al lenguaje para orientarse y resulta que es insuficiente, no tiene palabras para decirlo todo, y deja algunas preguntas sin respuesta. ¿Cómo explicar la sexualidad y la muerte?”

Siendo espectadores de la función representada en el planeta Tierra, resulta sorprendente, más que grato o estúpido, ver los disparates, y las trampas continuas que va produciendo el hombre en la misión de tener que buscarse la vida día a día.

Siguiendo con la locución buscarse la vida, es posible hacer más larga la expresión: voy a salir a la calle a buscarme la vida. ¿Entienden? La vida uno no se la busca entre cuatro paredes. Uno puede tener momentos en solitario, pero no vivir en soledad. Para el humano está hecha la inscripción social.

A algunos les resulta poco fácil hacerse responsable de la vida que les ha tocado. Pueden preguntase qué tal andan de habilidad para tener una vida alegre, en la que lo cotidiano no les ciegue, ni tampoco se sirvan de molestar al prójimo para tal fin. Y ahora a buscarse el contento de vivir.

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