En la consulta me encuentro con gente que dice “yo es que me conozco muy bien”, y yo me cuestiono que algo estará fallando porque si se conoce tan bien, ¿qué le lleva a consultar? También me encuentro con pacientes que sus familiares les dicen: “mejor que tú no te va a conocer un psicólogo”, o “para que vas al psicólogo si yo te conozco mejor que nadie”.

Vayamos por partes. Es verdad que un psicoanalista no sabe más del paciente que el propio paciente. Pero no es menos cierto que el psicoanalista tiene una escucha muy fina y delicada, que permite que el paciente se haga eco de cosas de él mismo que aún sabiéndolas le pasan inadvertidas. Veamos una breve viñeta de una mujer de 40 años. Ella pensaba que tenía mala suerte encontrando a sus parejas y que ningún hombre merecía la pena. En apenas dos meses de sesión dice: “Fíjate que aún eligiendo yo mis parejas no me había dado cuenta que las elegía con las mismas características que mi madre eligió a mi padre”.

Nuestro comportamiento esta sobredeterminado por experiencias, dichos, recuerdos, creencias, que habitan en nuestro inconsciente y por eso aunque sea algo de la esfera más íntima del paciente le pasa desapercibido. El psicoanalista y el paciente, trabajan de forma conjunta para descifrar eso invisible, que no por invisible es inexistente.

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