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Martes 07/05/2024

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El año del dragón de agua

El 23 de enero es el año nuevo chino. Aprovechando la fecha, Mijas Semanal se adentra en una cultura tan atractiva como hermética

El 23 de enero es el año nuevo chino. Aprovechando la fecha, Mijas Semanal se adentra en una cultura tan atractiva como hermética.

Están por todas partes. En las ciudades, en los pueblos, en la costa, en el interior, pero casi nadie sabe nada de ellos o pocos han tenido una conversación que vaya más allá de la compra de una cerveza. Son los chinos que viven en España, un colectivo numeroso y cada vez más visible, que ocupa buena parte del pequeño comercio nacional. Sobre ellos circulan tantos rumores que se han convertido en el blanco de intrigas y especulaciones, hasta el punto de que algunos, entre el chiste y la curiosidad, afirman que no se registran defunciones de chinos en nuestro país.

La llegada de su año nuevo, que se celebra por todo lo alto el 23 de enero, puede ser un buen momento para acercarnos a esta cultura milenaria, que no es tan nueva en España. Según datos de la Universidad Autónoma de Barcelona, las primeras oleadas se produjeron allá por la Segunda República. Algo más tarde, en los 70, hubo nuevas llegadas y, hoy por hoy, el Instituto Nacional de Estadística calcula que hay más de 166.000 chinos residiendo en España, por lo que se han convertido en una de las comunidades que más se ha incrementado en el último año.

En Málaga, la situación no es muy diferente. Según datos censales, más de 3.800 chinos han elegido nuestra provincia como  lugar de residencia. Lo que poca gente sabe es que, a pesar de la extensión del país (el cuarto más grande del mundo), la mayoría de sus súbditos procede de dos ciudades de la misma región, Zhejiang, al este del país. De hecho, el 60% de los ‘chinos malagueños’ son de Guangzhou y Quintian, que son también la cuna de la mayoría de ropa o calzado que adquirimos en los bazares.

Emprendedores por naturaleza

La comunidad china no tiene todavía el peso demográfico de otras nacionalidades. Sus cifras están lejos de los 350.000 marroquíes legales y los más de 200.000 ecuatorianos, pero su importancia económica es total. Y es que la población china ha dejado de ser invisible por un aspecto que la diferencia: un tercio están dados de alta en la Seguridad Social como autónomos.

En Mijas

En Mijas, según los últimos datos municipales, existen más de 300 ciudadanos chinos. Concretamente, son 316 y muchos comparten el mismo apellido, Chen, que hace referencia a una región y que significa organizado o arreglado. Los afincados en Mijas no son muy diferentes a los de otras ciudades o regiones españolas. Fieles a su carácter emprendedor, les gusta el litoral porque saben que es un buen lugar para establecer un negocio.

El departamento de Industria municipal ha contabilizado en Mijas Costa 19 restaurantes chinos, 6 bazares y un negocio textil. Sin embargo, su expansión va cada vez más en aumento y hasta en Mijas Pueblo tenemos dos bazares y dos restaurante chinos, mientras que en Las Lagunas son tres restaurantes, 10 bazares y cinco tiendas de alimentación. Y es que las estadísticas no fallan. También en nuestro municipio, los negocios por los que se decantan están vinculados a la restauración y el comercio, establecimientos regentados por familiares que, si es necesario, suelen emplear a compatriotas.

A nivel social, poco a poco se rompen tabúes. De hecho, para contribuir a este aperturismo, trabaja desde hace 12 años el colegio de Cultura china de Málaga, una institución que los fines de semana ofrece clases de mandarín y otras actividades a orientales y españoles en el colegio San Miguel de Torremolinos.

Se nota que los tiempos cambian y ya no encontramos chinos solo en tiendas y restaurantes. Ahora también van al colegio y a la Universidad y, aunque parezca impensable, están en bares y gimnasios. Son los hijos de aquellos empresarios que abrieron su primer restaurante hace veinte años. En algo más de dos décadas, la comunidad china ha dejado de ser una minoría silenciosa para tener poder. Y para la tranquilidad de muchos, aunque suene mal, también mueren. Aunque son una población joven (la media de edad apenas supera los 30 años), la mayoría regresa a su país cuando enferma o envejece. Aún así, ya hay tumbas de ciudadanos chinos en cementerios como el madrileño de La Almudena, un argumento más, y permítanme el chascarillo fácil, de disfrutar de un chop suey con todas las de la ley.

La china que no conoció su país

Nane Fong, conocida como Helene, es una de los más de 300 chinos que vive en Mijas. Sin embargo, esta mujer de 73 años no es una china cualquiera. De padre de Cantón (el nombre que se le daba tradicionalmente a Guangzhou) y madre de Hong Kong, jamás ha pisado ese país. Esta mujer, cuyo nombre en mandarín significa flor azul, creció y vivió en Papeete, la capital de Tahití, hasta que conoció a su marido, un valenciano con el que hoy, medio siglo después, reside en El Coto.

A pesar de su periplo por el mundo y de su mezcla cultural, de la que destaca a sus tres hijas, Helene reconoce que tiene muy en cuenta la tradición  que le inculcaron sus padres, sobre todo, su madre: “Ella era la voz de la familia. Era una mujer fuerte y autoritaria, que siempre se encargó de mi educación”, comenta.

Siendo china, pero alejada del gigante asiático, Helene puede reflexionar con perspectiva: “No sé si he tenido suerte o no, pero lo cierto es que nunca me he sentido discriminada por mi origen y llevo viviendo en Mijas desde el 68”. Solo en Valencia, en el pueblo de su marido, se sintió rechazada. “Lo pasé mal”, reconoce Helene, “aunque tuve de mi parte a mi suegra, que me enseñó a hacer una paella riquísima” (risas).

Nuestra protagonista no se ve reflejada en los rostros de los miles de compatriotas que han llegado a nuestro país en los últimos años: “Son historias diferentes. Ellos vienen por trabajo, yo lo hice por amor, por amor a mi marido. Muchos de los chinos que emigran hoy a España tienen un origen rural y humilde. Casi no tienen cultura, por lo que les resulta imposible aprender castellano, y no hacen otra cosa que trabajar. Eso contribuye a que no se mezclen con otras personas y a que se creen guetos. Los que tienen más nivel educativo son capaces de romper esa barrera e integrarse”, afirma Helene, que habla perfectamente francés, español, inglés y chino mandarín.

La desconfianza, una característica de este pueblo, alcanza también a los conciudadanos que no se conocen. De hecho, Helen dice no sentirse cómoda en negocios orientales, pues los propietarios podrían pensar que está haciendo espionaje empresarial.

Adicta al buen té oriental, esta mujer que dice no haber ido nunca a una peluquería practica taichi desde hace tres años (cuando sufrió un infarto) en la Ciudad Deportiva de Las Lagunas. Aquella mala experiencia le ayudó a entrar en contacto con una disciplina que practicaba su madre y que ahora se ha convertido en parte esencial de su vida en Mijas, un lugar que le sigue encantando a pesar de los cambios: “Recuerdo el saludo de un hombre hace muchos años. Al pasar a su lado, me dijo vaya usted con Dios. No lo entendí, pero luego pensé que estaba relacionado con la protección y me gustó. Hoy, todo eso se ha perdido”.

Su año nuevo

En una casa en la que el idioma oficial es el francés, sus nietos la llaman ‘popó’ (abuelita, en mandarín) y se suele comer con palillos y sin pan (muy a pesar de su marido). El Año Nuevo Chino o Fiesta de la Primavera es una ocasión para reunir a toda la familia alrededor de una mesa de rojo, color que, según la cultura china, trae buena suerte.

El almuerzo del 23 de enero, el más importante de todos los que se celebran hasta el 9 de febrero (festival de las linternas), tiene que estar compuesto por un mínimo de 9 platos, entre los que no faltan recetas como el pato laqueado (una de las especialidades de Helen), el cochinillo asado, el arroz o las mandarinas, que son otro símbolo de fortuna, y que se suelen ofrecer para desear prosperidad. También los abuelos regalan a sus nietos dinero dentro de un sobre rojo y, la noche de antes, se realizan rituales de limpieza. Todo, para decir con felicidad ‘Kung Hsi Fa Tsai’, Felicidad

Así es el dragón...

El dragón (en chino, Long) es considerado como un ser magnífico y poderoso. Las personas nacidas bajo ese signo son magnánimas y generosas, ya que el dragón simboliza al Emperador, al poder. Hay diferentes tipos de dragones. El más fuerte es el de metal. En el caso del dragón de agua, se trata de un ser honesto, brillante, crítico y testarudo, con la capacidad de dejar a un lado su ego para lograr el bien común.

- El calendario chino es lunisolar, a diferencia del gregoriano occidental, que usa como referencia el sol.

- El año chino ordinario consta de 12 lunaciones (doce meses lunares) lo que supone entre 353 y 355 días. Cada cierto tiempo (unos tres años) se intercala un año embolismal (un año con 13 meses lunares) de entre 383 y 385 días.

- El próximo 23 de enero, con la primera Luna Nueva en el signo de Acuario, comienza a regir el Año del Dragón de Agua.

- La tradición narra que un día Buda llamó a todos los animales.  Solo doce acudieron a su llamada y por este orden: la rata, el búfalo o buey, el tigre, la liebre o conejo (también conocido por el gato), el dragón, la serpiente, el caballo, la oveja o cabra, el mono, el gallo, el perro y el jabalí o cerdo. A cada animal le otorgó un año, para que le pusieran su nombre. Los doce signos reciben así el nombre de doce animales y a cada animal le corresponde un año, que se complementan con elementos como agua, metal, fuego, madera y tierra.

 

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