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Sábado 23/11/2024

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Chimeneas de otoño

“Hay cosas con las que Internet no puede competir”, diríamos en un ataque de nostalgia hacia ciertos recuerdos de la niñez (absténganse los más pequeños de la casa).

“Hay cosas con las que Internet no puede competir”, diríamos en un ataque de nostalgia hacia ciertos recuerdos de la niñez (absténganse los más pequeños de la casa). El olor al campo mojado tras las primeras gotas de lluvia, esconder los dedos en un saco de grano, besar a quien se ama. Así podría comenzar una larga lista forjada a base de momentos vividos, en los que tendrían un hueco, para muchos, las castañas asadas.
Este aperitivo otoñal, lejos de desvanecerse en el imaginario popular, sobrevive con un estado de salud envidiable. Por parte del Ayuntamiento de Mijas, en el arranque de temporada, se han distribuido dieciséis permisos para la instalación de puestos de venta de castañas asadas, un elemento otoñal que, sin competir comercialmente con ningún otro negocio, supone “una fuente de ingresos y, por tanto, de empleo” para sus titulares, dijo el concejal de Vía Pública, Juan Carlos González. Unos tenderetes que han ido apareciendo, en la segunda quincena de octubre, hasta completar el mapa de puntos previstos.

 

El arte de asar castañas
Como todo oficio artesano, asar castañas tiene su truco. Y en la mayoría de los casos, es fruto de años de experiencia. Para Raúl Valdés, castañero de la avenida de Mijas (frente a la Peña Flamenca el Gallo), “la castaña, cuando la toques, tiene que ser dura, blanca por dentro, que amargue”, a partir de ahí, lo que hay que procurar es que “se haga bien por dentro”.
Con un buen género y una cocción correcta, se consigue la castaña ideal, a partir de ahí es cuestión de despertar el interés de los consumidores. “Los días de lluvia se vende más, hace más frío y apetece”, añade Valdés.
"Tiene que ser dura, blanca por dentro y que amargue”, dice Raúl Valdés Para los hermanos Manuel y Raúl Figueroa, castañeros del Bulevar de La Cala de Mijas, “hay días mejores que otros”, especialmente en un lugar donde la afluencia de vecinos de diferentes nacionalidades es notable. “Los extranjeros van animándose poco a poco. Ellos señalan y dicen ‘chestnut’ [castaña en inglés]. Unos ya la conocen y repiten. Otros no, pero la prueban y les gusta”, señalan los hermanos Figueroa.


Isabel Carrasco, cuyo puesto se ubica a las puertas de Radio Taxi en Las Lagunas (C/ San Javier), opina que “este año está la cosa un poquillo mejor, está la castaña más buena, no vienen tantas malas”. “Este año están caras las castañas, a 3,60 el kilo. Nosotros semanalmente asamos 60 o 70 kilos”, concluyó Carrasco.
 

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