"Hola. Mi nombre es Laura Martínez, soy compañera del Ayuntamiento de Mijas y, como cada año, me marcho a Tanzania con mi amiga María Cerezo de La Rioja para ayudar a la comunidad maasai de Mfereji. Vamos a realizar algunos eventos solidarios y nos gustaría que nos ayudéis un poquito con la difusión, si os interesa nuestra historia y está en vuestra mano. ¡Gracias de antemano!” A raíz de este mensaje de Facebook conocimos la vida de la mijeña Laura. Pinchamos en proyectoenjipai.blogspot.com y la historia que nos encontramos es absolutamente conmovedora. La de dos mujeres valientes que dedican parte de su vida a ayudar a medio centenar de familias del tercer mundo a las que les ha tocado vivir en condiciones totalmente infrahumanas.
“Después de muchos años colaborando con distintas ONG y tras conocer a María en Kenia, en otra misión, pensamos en hacer un proyecto a nivel internacional por nuestra cuenta. Buscando por Internet, por casualidad, encontramos un breve comentario de un joven maasai que pedía ayuda. Nos pusimos en contacto con él, fuimos al poblado de Mfereji, al norte de Tanzania, para conocer sus necesidades y así surgió en 2012 nuestra ONG Proyecto Enjipai”, relata Laura. Su primer objetivo fue crear una pequeña escuela maasai, “porque es desde donde pensamos, y así también lo cree la comunidad, que se puede producir realmente un cambio”. Ladrillo a ladrillo, Laura, María y las alrededor de 50 familias de este poblado indígena, lograron levantar la escuela. “Solo nos faltan algunos retoques”, dice Laura. Ahora su siguiente proyecto es conseguir que la aldea tenga acceso a agua. “Se alimentan de leche y harina. Porque tenían una charca, pero se secó. Así que hemos pensado en crear un sistema de recogida de agua de lluvia encima del tejado del colegio para que, al menos cuando llueve, almacenen agua, para ellos y para el ganado”.
“Luchamos por que los maasai sean autónomos y sostenibles”
A sus 39 años, Laura lleva toda su vida ayudando a los más necesitados. Pero esta misión en concreto se ha convertido en su “proyecto de vida”, asegura. Los maasai son ya como su familia. Tanto ella como María fueron las primeras blancas que pisaban el poblado de Mfereji y, desde el principio, dice, “nos recibieron con los brazos abiertos. Nos construyeron una chocita para nosotras y nos atienden en todo momento”, asegura. Eso sí, ella confiesa que la estancia en este lugar remoto de Tanzania (durante un mes) es dura. “Sin agua, sin poder ducharte, expuesta a todo tipo de enfermedades... pero te acostumbras a todo. No queda otra, allí vamos a ayudar, no podemos ser un problema”, insiste. Y el esfuerzo le recompensa. “Me doy cuenta de que existen otras realidades y esta vivencia me hace sentirme muy privilegiada de vivir donde vivo”. Tras construir la escuela, ahora quieren llevar agua al poblado y ¿después? le preguntamos. “Allí siempre se pueden hacer cosas. Nuestro objetivo es que los maasai sean autónomos y sostenibles”. Gracias a personas como Laura, el mundo es un poco mejor.
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