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Jueves 16/05/2024

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El arte de soltar pihuela

Este término se refiere al momento en que los cetreros desatan las correas de cuero con que aseguran los patas de las aves rapaces a sus guantes

La cetrería es un arte milenario bastante complejo que requiere de perseverancia y maestría. “Trabajamos con aves rapaces, salvajes, a las que hay que adiestrar a diario para poder practicar la caza con ellas”, reconoce Fran Sedeño. Este destacado cetrero de Mijas –no en vano, quedó subcampeón de España de altanería a perdiz roja con perro de muestra en diciembre– afirma que se aficionó a este mundo siendo un niño por los “documentales de Félix Rodríguez de la Fuente” y destaca que los cetreros, a diferencia de otros que son puramente cazadores, van “principalmente por ver el lance en sí que ejecuta el pájaro sobre la perdiz, no para traer caza ya que, en nuestro caso, hablamos de lograr solo unas cinco perdices al año”.


Al principio, su pasión por la naturaleza le hizo ser criador de perros de caza; en concreto, de la raza braco alemán, lo que le permitió competir en certámenes de “alto nivel, llegando a ser campeón del mundo allá por el año 2004, tanto por equipos como en individual”.


Sin embargo, poco a poco se fue sintiendo atraído por la cetrería hasta que hace una década compró su primer pájaro. “No es una práctica muy extendida por el sur, si bien ahora cada vez hay más personas que se interesan por ella y, en mi caso, como venía de amaestrar perros, empecé por lo más difícil, que es entrenar con perro de caza, ya que es complicado conseguir una buena compenetración entre el cetrero, el perro y el ave, a la que se ejercita como a un deportista de primer nivel”, explica Sedeño, quien quiere hacer de esta afición su oficio: “La cetrería también va ligada a la cría de estas especies, cada vez más demandadas a nivel internacional”. De hecho, en su casa de La Alquería convive con una treintena de ejemplares, entre halcones, águilas, cernícalos y hasta una lechuza.


Este deportista se dedica a la altanería, que es la técnica en que, después de soltar pihuela y que el ave coja altura, se espera a que salga la pieza a cazar y que el pájaro trate de capturarla. También está el bajo vuelo, en la que el ejemplar sale del puño del cetrero hacia la caza.


Aquí, los aficionados practican en el coto de Mijas y en zonas como La Manzanilla. “Está muy regulado, hay que tener toda la documentación en regla; solo podemos entrenar a los animales algo más de tres meses, siempre antes de veda, siendo mayo o junio su pleno apogeo, y teniendo únicamente tres meses, de octubre a diciembre, para cazar”, sostiene este altanero a quien le resulta “casi imposible explicar la sensación que experimenta uno cuando echa a volar el ave, es incomparable, te llena por completo”. 

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