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Sábado 23/11/2024

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Una coartada perfecta

Seguro que más de una vez has tenido una coartada: le has dicho a un profesor que tu madre estaba muy enferma y que tenías que cuidarla, y por ese motivo no pudiste entregar el trabajo; le has dicho a tu mujer que estás en una reunión de trabajo y estabas con tu amante; le ha dicho a tu madre que te ibas a estudiar con una amiga y te has ido con tu novio…

Seguro que más de una vez has tenido una coartada: le has dicho a un profesor que tu madre estaba muy enferma y que tenías que cuidarla, y por ese motivo no pudiste entregar el trabajo; le has dicho a tu mujer que estás en una reunión de trabajo y estabas con tu amante; le ha dicho a tu madre que te ibas a estudiar con una amiga y te has ido con tu novio… Nada sorprendente, son coartadas pensadas de forma deliberada para hacer algo, o para excusarse de no haberlo hecho.

El ser humano no siempre es sencillo y hace cosas de las que no se da cuenta, que no quiero decir, sin querer hacerlas. Dicho de otro modo, el ser humano también actúa bajo razones que para él son desconocidas, porque habitan en su inconsciente. Así podemos explicar que muchas veces usemos coartadas de forma no deliberada para no reconocer nuestra implicación en un hecho. Y mientras uno no es consciente de lo que hace, sigue con su vida, sea esta más o menos digna, sin ningún propósito de enmienda.

En consulta tengo oportunidad de destapar coartadas. Por ejemplo, una mujer empieza su tratamiento diciendo que se ha separado porque su hija de 12 años es muy problemática, y eso le llevaba a discutir mucho con su marido. Con psicoanálisis esa mujer ha podido ver que ella y su marido ya discutían antes de que naciera su hija, y que nunca estuvo enamorada de su marido, que se casaron porque se quedó embarazada y su madre le decía que las mujeres de bien no podían ser madres solteras. Si duda una coartada perfecta –la de utilizar a su hija para justificar su separación- y poder echar la culpa a su hija conflictiva y al incomprensivo de su marido, y así no tenía que enfrentarse al modo en que había gestionado su propia vida: ¿por qué mantenía una relación con un hombre con el que siempre discutía? ¿por qué siguió los consejos de su madre?...

Si usted siempre quiere ser inocente, y que su vida siga igual que está, nunca vaya a un psicoanalista. Si va a un psicoanalista corre un alto riesgo de que descubra sus coartadas. Y una vez que eres pillado, ya no hay vuelta atrás.

Puedes visitar el portal web de Genoveva Navarro pinchando aquí.

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