En la foto de arriba, Miguel, Conchi y Pepe Arroyo se aferran a uno de los símbolos que atesora el Chiringuito Arroyo: sus higueras. Un árbol fuerte, mediterráneo, imperecedero. Como su familia. Una familia que se ha construido a base de sacrificio y esfuerzo. Valores que les enseñó su padre, Andrés Arroyo Blanco, ya fallecido. “Estas higueras son especiales, fueron plantadas por mi padre después de que a finales de los años ochenta, principios de los noventa, con la ley nueva de Costas, se echaran abajo estas instalaciones”, rememora Pepe. Aquel hecho dio paso a una nueva etapa. “Mi padre empezó prácticamente en la playa, en los años sesenta, acarreando chinos con los burros y una década después, pasó al sector de la construcción. Fue en 1975 cuando le compró este chiringuito, que se sostenía con unas cuantas tablas de madera, a su amigo Pepe el Sevillano por 37.000 pesetas”, destaca su hijo. “Yo tendría unos 14 años y recuerdo que el trato se firmó en una servilleta y que acordaron hacer dos pagos”, indica.
Dicho y hecho. En noviembre de 1975, los Arroyo, con sus cinco hijos, que aún estaban en el colegio, empezaron a pintarlo para trabajar en él los fines de semana de marzo del año siguiente. “Teníamos poca luz, un frigorífico y enfriábamos las bebidas con las barras de hielo”, continúa. En aquellos momentos, Andrés fue un ejemplo de lucha. “Empezó sin tener mucha idea de hostelería y le tocó vivir los sinsabores de un negocio muy sacrificado”, relata su hijo. Sin embargo, Andrés aplicó a su chiringuito lo que para él era importante en la vida: esfuerzo, familiaridad y cariño. Fue, precisamente, esa familiaridad la que atrajo a una incipiente clientela, de todas las nacionalidades. “Queremos agradecer la fidelidad de los clientes, tanto españoles como extranjeros, darles las gracias por llevar tanto tiempo con nosotros, hasta 30 años; de hecho, algunos ya han fallecido”, explican sus hijos, quienes aseguran que han sentido estas pérdidas, “ya que muchos se han convertido en parte de nuestra familia”.
Y es que uno de los baluartes de los chiringuitos es la cercanía, la amabilidad y el trato directo con la clientela.
Sin duda, la historia de estos empresarios caleños ha calado hondo en residentes y turistas. “En aquella época, hacíamos fiestas los fines de semana para los jóvenes del núcleo y había un grupo que tocaba”, subraya Pepe Arroyo. Otras anécdotas, añade, eran los encuentros de los pescadores después de la tirada del copo, un arte típico del litoral malagueño, en el chiringuito, donde hacían las reparticiones de los beneficios de la venta de su pesca. “También han sido muchos los personajes famosos que han pasado por aquí: desde José Vélez, Mari Fe de Triana, Juanito Valderrama o Dolores Abril hasta Pasión Vega o los actores de las series ‘Aquí no hay quien viva’ y ‘Arrayán”, finalizan los hermanos Arroyo.
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