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Martes 07/05/2024

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Testimonio: ya no necesito permiso

Hasta mis 45 años yo no festejaba mis logros, ni tampoco hacía a nadie partícipe de ellos

 Tampoco eran muchos esos logros porque yo no me permitía casi nada. Era más bien solitaria, huraña, exigente, y mi respuesta a casi cualquier propuesta era un no o un discurso de defensa. No deseaba otra vida a la que tenía, pero tampoco disfrutaba de la que tenía. Me retiraba a mi habitación con frecuencia, otras veces utilizaba cualquier descuido de mis seres queridos para desatarme, se me cruzaban los cables, me daban neuras. Pero no me conformé con ninguna frase del tipo: “es normal, son bajones que todo el mundo tiene”, “es que voy a tener la regla”, “siempre he sido así”. Busqué ayuda y ahora las cosas son muy diferentes. Las cosas no, que siguen siendo prácticamente las mismas que siempre conformaron mi vida, yo.

Soy abogada y hasta que no empecé con la terapia, siempre dudaba de mi profesión, no tenía claro si me gustaba o si quería dedicarme a otra cosa, y nunca me terminaba de ir bien económicamente. De mi pareja hablaba regular pero tampoco me separaba. Y de hijos no quería saber nada.

La terapia me ha permitido aclarar mi posición en la vida, me ha servido para tener en cuenta mi deseo y tener las agallas de hacer algo con él. ¿Por qué le quitaba valor a la mayoría de las cosas? Yo sólo consentía a ser hija, y así no había lugar para el área profesional, ni para desarrollar con plenitud mi faceta de mujer ni de madre, y aunque iba haciendo pequeñas conquistas, lo menospreciaba todo. Además descubrí que necesitaba el permiso de mi madre para poder disfrutar de mis elecciones como si fuese una niña pequeña, era incapaz de autorizarme yo misma. También descubrí que esa forma de desaparecer de lo más vivo de mi vida, cuando me metía en mi habitación, no era una actitud original mía, desaparecer de su vida ya lo hacía mi madre.

Han pasado algunos años desde que empecé a psicoanalizarme y ahora mi profesión me gusta. Consiento a disfrutar plenamente de mi relación. Y aunque siempre dije que no quería hijos, si hubiese iniciado la terapia antes, sé que los hubiese tenido. 

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