Primavera, otra vez. Festival de cine de Málaga, otra vez. Este año me he encontrado con el documental de Buenafuente “El culo del mundo”. Y lo cierto es que me ha sorprendido en varios aspectos. No es exactamente un documental sobre la vida de Buenafuente, aunque veladamente se transmite algo de su vida más íntima.
El documental deja ver como detrás de un programa con éxito hay mucho trabajo. No es llegar y triunfar: se barajan distintas ideas, se apuesta por una, se le da forma, se hace una prueba para ver la estética del programa y para ver si los protagonistas se sienten cómodos…y si no funciona…volver a empezar con ideas nuevas. El fin es tener un programa en televisión poniendo para ello el trabajo y la insistencia que haga falta, ¿no les parece algo interesante para poner en práctica para sus vidas? Mucho trabajo, ¿cómo explicar tanta dedicación y esfuerzo? “¿por qué lo haces Buenafuente?” Porque me gusta, responde. Las cosas no se hacen sólo porque den dinero, porque sean fáciles, o por necesidad, hay cosas que se hacen porque nos gustan, porque nos hacen sentir bien, porque nos dan vida.
El documental no trata de la vida privada de Buenafuente, pero su compañero Berto nos repite unas palabras suyas: “¿tengo un hijo?¿no tengo un hijo?¡cómo voy a tener un hijo si los humoristas no tienen hijos!”. Es curioso el comportamiento que tenemos la mayoría de los seres humano, querer encasillarnos y cumplir los patrones de esa etiqueta: los humoristas no tienen hijos, los hombres maduros tienen que ir en un buen coche, con cuarenta años hay que tener un trabajo formal y clásico… ¿Por qué tenemos esta tendencia? Para no tener que pararnos a pensar qué queremos y cómo queremos vivir nuestra vida. Porque es más fácil cuando sólo hay que cumplir con unos estándares, en principio al ser humano le resulta más cómodo que le indiquen cómo y cuándo tiene que hacer las cosas. Pero luego vemos cómo esta tendencia humana hace aguas.
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