Antonio Calvillo, carpintero de profesión y amante de los animales, fue el encargado de asistir el alumbramiento del animal, que trajo al mundo diez crías. El insólito caso ocurrió ayer, viernes 28, en la fuengiroleña playa de El Castillo cuando, camino del trabajo, Antonio observó a un pez de grandes dimensiones varado en la orilla. Creyendo que se trataba de un delfín y dispuesto a ayudarlo a volver al mar, Antonio se dirigió a la playa donde, para su sorpresa, comprobó que el ejemplar era un tiburón y se encontraba de parto.
Tras avisar al Servicio de Emergencias 112 que, a su vez, dio parte al Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA), Antonio comenzó a ejercer presión en el vientre del tiburón que, poco a poco, fue expulsando nada menos que diez crías en aparente buen estado de salud. Un agente de la Benemérita le asistió en esta labor. Finalmente, ambos decidieron permanecer un rato más en la playa hasta asegurarse de que la madre y sus pequeños volvían a su hábitat en perfectas condiciones.
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