La gripe estacional es una enfermedad vírica que presenta un elevado poder de transmisión, presentándose habitualmente en forma de epidemias durante el invierno. Es una de las causas más importantes de absentismo laboral y escolar.
La vacuna antigripal se utiliza para evitar aparición de la gripe. La diferencia de otras vacunas, esta debe administrarse anualmente, ya que la estructura del virus que produce la enfermedad se modifica cada año.
La administración de la vacuna debe realizarse entre los meses de octubre y noviembre ya que la enfermedad suele aparecer entre los meses de diciembre y abril.
Cualquier persona puede vacunarse de la gripe pero, sobre todo, deben hacerlo aquellos grupos de población considerados “de riesgo”, ya que en ellos pueden producirse con mayor probabilidad la aparición de complicaciones, en ocasiones graves.
Las complicaciones más importantes son las pulmonares, destacando la neumonía gripal y la neumonía bacteriana secundaria.
Se consideran personas de riesgo y por lo tanto deben solicitar anualmente ser vacunados en su centro de salud:
-Los mayores de 65 años.
-Pacientes ingresados en residencias de cuidados crónicos.
-Adultos y los niños mayores de 6 meses con enfermedades cardiovasculares (cardiopatía isquémica, problemas valvulares, insuficiencia cardiaca, arritmias, etc.) o pulmonares (bronquitis crónica, enfisema pulmonar, asma bronquial, etc.).
-Pacientes diabéticos, con insuficiencia renal o con anemia crónica.
-Pacientes inmunodeprimidos.
-Adolescentes y adultos jóvenes que se medican crónicamente con aspirina.
-Personas que por su ocupación pueden transmitirla a otras de riesgo elevado, como pueden ser el personal sanitario, el personal de las residencias de ancianos, los familiares de pacientes con riesgo, etc.
Si usted forma parte de estos grupos de riesgo infórmese de la campaña vacunal de la gripe estacional en su centro de salud.
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