Nacido en Barcelona en 1941, aunque de procedencia castellana, Juan de Orbaneja es uno de los artífices de Sitio de Calahonda. Tomó el testigo de su padre en 1966 y desde entonces hasta hace una década ha estado ligado a las transformaciones de una de las urbanizaciones punteras de la costa. Ahora, en su 50º aniversario, comparte con MS algunas de sus vivencias
Hace falta una Ley del Suelo seria, que elimine el intervencionismo de los municipios en este ámbitoDoctor en Ingeniería Industrial, Juan de Orbaneja dejó atrás Barcelona y Madrid para hacerse cargo del proyecto que había iniciado su padre, el catedrático de Economía Política José de Orbaneja. Con 25 años, asumió la gestión de la que se convertiría en una de las urbanizaciones más importantes de la Costa del Sol y tuvo que lidiar con las leyes y las autoridades de la época. En aquel momento, Juan no podía calcular la importancia de esa decisión. Sin embargo, medio siglo después, su vida sigue ligada a la de este complejo urbanístico. Casado, con 4 hijos y 7 nietos, continúa residiendo en este lugar e implicado en su vida cotidiana, aunque ahora “solo como vecino”.
Mijas Semanal. ¿Cómo un ingeniero acaba de promotor?
Juan de Orbaneja. Mi padre siempre tuvo mucha visión de futuro y, aunque su actividad no tenía que ver con el urbanismo, creyó que podía ser un buen negocio. Empezó en Tarragona, en unos terrenos de mi madre, dividiendo la finca para venderla por parcelas. Así puso los cimientos de la primera urbanización que construimos. Luego, unos amigos le hablaron de las oportunidades que había en la Costa del Sol y decidió aventurarse. Más tarde, en el 66, yo me quedé al frente, ya que mi padre prefería continuar con su actividad académica y universitaria. En este sentido, digamos que mi formación me sirvió para enfrentarme a los problemas, porque la ingeniería te acostumbra a resolver situaciones. Es cierto que, financieramente, no era mi especialidad, pero nunca fuimos a sacar el máximo partido económico.
MS. ¿Fue duro el comienzo?
JO. Fueron años de ilusión. En muy poco tiempo, tuve que aprender nociones de Derecho, Legislación... y teníamos que sortear problemas a diario. Luego empecé a tener conciencia de cómo se debía trabajar, y es que la experiencia es siempre un grado. Lo más grave fue, sin duda, la escasez de agua. Esto nos condicionó mucho. Recuerdo cómo en el verano del año 68 tuvimos que contratar camiones-cuba porque los pozos eran insuficientes. Está claro que la construcción del pantano de Río Verde fue vital.
MS. Otro momento complicado fue la autopista de peaje, ¿no?
JO. Sabíamos que el proyecto, tal y como estaba planteado, era un error y el tiempo nos ha dado la razón. Se hizo un estudio socioeconómico que predijo todos los problemas de comunicaciones que tiene hoy la Costa del Sol. La autopista, al no ser permeable, hace que todo el tráfico baje hacia la A7, por lo que tenemos atascos incluso en invierno. En el lugar de la autopista, tenía que haberse construido una autovía, y la autopista mucho más arriba. Trataron de conformarnos diciendo que iban a hacer un tren litoral que no se ha hecho, ni creo que se vaya a hacer nunca.
MS. ¿Le preocupa la forma de planificar los proyectos hoy día?
JO. Estoy bastante frustrado con este país porque no se mira más allá de una legislatura. En el 65, por ejemplo, se planificaba a 30 años. Ahora, no. Y es perjudicial.
MS. Se ha hablado mucho de los constructores y de los desastres urbanísticos. Usted, como promotor de Calahonda, ¿tiene la conciencia tranquila?
JO. Totalmente. Dentro de mis posibilidades, he tratado de ser lo más coherente posible. Nunca he ido a conseguir el máximo beneficio ni el máximo volumen. Creamos, incluso, un estilo, una mezcla andaluza-ibicenca, para dotar de identidad a la zona, y le dimos protagonismo a la vegetación. Siempre lo he dicho, la mejor arquitectura es la de Dios.
MS. Ha colgado las botas como constructor, aunque no del todo.
JO. [Risas] Algo así. He dejado de hacer urbanizaciones en la costa, para hacer colegios en Sudán. Visité ese país en 2005, justo después de la guerra, y me quedé tan impactado que decidí hacer algo. Fundé la ong AMSUDÁN y hemos hecho muchos proyectos.
MS. ¿Cómo ve a Mijas ahora?
JO. Ha cambiado mucho. Cuando llegué, el Ayuntamiento era el alcalde, el secretario y un policía. Hoy, es un gran municipio, cerca de Málaga, del aeropuerto y ha sabido llevar bien las cosas. No obstante, me preocupan las viviendas irregulares. En Cataluña, en 1966, había 1.000 urbanizaciones ilegales y las leyes se cambiaron. No se puede crear una situación de ilegalidad. En España, falta una Ley del Suelo seria que elimine el intervencionismo de los municipios. Muchos pueblos han encontrado su modus vivendi en estas prácticas pero ahogan a los constructores. A mí, me dicen de construir ahora y se me ponen los pelos de punta [risas].
MS. Más con la crisis, ¿no?
JO. Las crisis pueden ser buenas para planificar el futuro. Además, tienen un principio y un fin. Esta está siendo larga porque afecta a la construcción, que es fundamental en España, aunque han sido los bancos los que no han hecho su trabajo. Solo hay una fórmula en los negocios, cuanta más oferta hay, más bajo debe ser el precio. La intervención de tantas administraciones ha hecho que el precio creciera hasta puntos insospechables. La burbuja así era inevitable.
MS. ¿En qué mejoraría Mijas y la Costa del Sol?
JO. En conexiones, playas y calidad de las aguas. Las playas de aquí son regresivas. Hace falta un estudio para regenerar el litoral. También me parece interesante construir un puerto deportivo. Y algo que considero vital es la limpieza del agua. Jamás podremos competir con destinos como Baleares si el mar está lleno de natas. La Mancomunidad debería ponerse las pilas en ese aspecto. El saneamiento no es suficiente para la población actual. ¿De qué nos sirven las banderas azules si el agua está contaminada?
Mijas y la Costa del Sol pueden mejorar en conexiones, playas y calidad de las aguas, algo vital como destino turísticoMS. Ahora que Calahonda cumple 50 años, ¿se atreve a imaginarla en otro medio siglo?
JO. Cambiará, pero aún falta mucho. Será cuando se hable necesariamente de proyectos como el tren o la construcción de nuevas carreteras. Lo que espero es que para entonces se hayan solucionado los problemas de hoy.
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