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Sábado 04/05/2024

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Calahonda, 50 años

La urbanización Sitio de Calahonda, una de las zonas residenciales más grandes de la Costa del Sol, cumple en 2013 cincuenta años. Emblema del auge urbanístico de la década de los 60, este complejo llega al medio siglo de vida con la sensación de haber hecho bien los deberes, respetando la fina línea que separa la construcción sostenible de las barbaridades urbanísticas, y con un eficiente modelo de gestión. Sus promotores, gesto

La urbanización Sitio de Calahonda, una de las zonas residenciales más grandes de la Costa del Sol, cumple en 2013 cincuenta años. Emblema del auge urbanístico de la década de los 60, este complejo llega al medio siglo de vida con la sensación de haber hecho bien los deberes, respetando la fina línea que separa la construcción sostenible de las barbaridades urbanísticas, y con un eficiente modelo de gestión. Sus promotores, gestores y moradores aprovechan el aniversario para volver la vista atrás y rememorar algunos de los hitos más importantes de estas décadas

 

La Costa del Sol oculta bajo los cimientos de muchas de sus urbanizaciones pequeñas historias de un tiempo que parece que nunca existió. De unos días sin autovía y sin agua corriente, pero con tierras de labranza y una población rural que difícilmente podía imaginar que esos campos se convertirían en centro del turismo mundial. No obstante, cuando los aniversarios se cuentan por números tan redondos como los 50, algo aflora en los corazones de aquellos que fueron testigos o artífices del cambio y surge la necesidad de contarlo.

 

A punto de cumplir el medio siglo de vida, la urbanización Sitio de Calahonda es uno de esos lugares repletos de historias que esperan a ser narradas. Sus moradores, orgullosos de una tierra que se convirtió en hogar, ultiman un importante calendario de actos para que la fecha no caiga en el olvido, y entre apunte y apunte, recuerdan la crónica de un lugar a caballo entre Mijas y Marbella, de un cortijo con siglos de historia, y de una familia aristocrática de nombre extranjero.


En cierto modo, eso era Calahonda hasta hace pocas décadas y así la recuerdan muchos de los que hoy están al frente de la Entidad Urbanística de Conservación de este complejo. Hasta octubre de 1963, aquel rinconcito de la Costa del Sol estaba poblado casi en exclusiva por pinos y eucaliptos. La única construcción de estas tierras, pertenecientes a la familia Vandulken, era El Cortijo de Calahonda (una casa-fuerte con varios siglos de antigüedad, en la que después se construyó el hotel El Campanario y ahora se ubica la iglesia noruega), y el hotel Alhamar, construido en los años 20 del otro lado de la carretera.


Actualmente, Sitio de Calahonda tiene cerca de 15.000 vecinosFue en esos compases cuando llegó a la costa el promotor José de Orbaneja con la intención de sacar adelante un ambicioso proyecto parecido al que acababa de realizar en la Costa Dorada de Tarragona. “La diferencia es que la finca de Calahonda era mucho más bonita”, afirma Juan de Orbaneja, hijo del primero y uno de los artífices de la urbanización. “Las montañas eran muy suaves, con cotas crecientes hasta los 300 metros, estaba todo lleno de pinos, porque la familia Vandulken había repoblado y el mar se veía desde cualquier punto. En definitiva, era un paraíso”.


El flechazo fue casi instantáneo. La familia Orbaneja compró parte de la finca y empezó a urbanizar. Construyó el club social La Naranja y siguió repoblando con más árboles. Se construyeron también 4 pozos para abastecer los terrenos de agua (hubo problemas de suministro hasta la construcción del pantano de Río Verde), y se fueron asentando las bases de la futura urbanización con la venta de las primeras parcelas. La casa-fuerte de antaño se convirtió en la construcción emblemática que presidió el desarrollo de Sitio de Calahonda y fue dando la bienvenida a los primeros moradores, la mayoría, extranjeros de origen británico, aunque también famosos de la época como Mariano Medina, el hombre del tiempo de entonces, o el escritor Santiago Loren, ambos ya fallecidos.


Después de décadas llenas de pasión y proyectos, de sortear dificultades como la escasez de agua, las malas comunicaciones o la falta de servicios, en 2002 se completaba la venta de parcelas, lo que hacía que las 280 hectáreas originales de la finca se convirtiesen en un centenar de pequeñas urbanizaciones, en cuyo centro respira hoy Sitio de Calahonda.


Una carrera de obstáculos

Sitio de Calahonda es uno de los emblemas de Mijas y de la Costa del Sol. Sin embargo, los comienzos nunca son fáciles. Y si no, que se lo digan al matrimonio formado por Olivia Blanco y Julián Lozano, cuyos padres trabajaban en las tierras de los Vandunkel y asistieron a la transformación de la zona. El problema inicial era la falta de agua. De hecho, muchos aún recuerdan cómo en el 68 llegaban camiones cargados de garrafas para subsanar el problema, algo que llegó a su fin con el pantano de Río Verde.


Las malas comunicaciones, representadas por la N-340, la ‘carretera de la muerte’, era otro de los hándicap del lugar. De hecho, tanto vecinos como promotores se movilizaron ruidosamente cuando se conoció el proyecto de la autopista de peaje, ya que demandaban su gratuidad.


Uno de los puntos positivos fue la llegada de comerciantes, que llenó de vida las calles del complejo. El padre de Juan Carlos Cuevas Dawson, actual emprendedor y miembro de la junta directiva de la EUC, fue el primero en abrir un negocio: “Corría el año 73 cuando mi padre, José María Cuevas Lara, y mi madre, Paulina Dawson, abrieron Las postas de Calahonda, que era como un pequeño supermercado”. Ya no era necesario desplazarse a Fuengirola y los vecinos se ahorraban una carretera en la que los accidentes se contaban a decenas por día. “No había mediana, así que los cambios de sentido se hacían parando sin más”, recuerda la presidenta de Sitio de Calahonda, Coral Castronuño, que llegó a la urbanización en 1987: “Al principio, me arrepentí, todo estaba lleno de personas mayores extranjeras que no hablaban castellano pero, poco a poco, aquello fue cobrando vida y me di cuenta de que había sido una gran decisión”. En aquel entonces, ya existía la EUC, que se constituyó en 1968 para dotar de personalidad jurídica a la originaria comunidad de vecinos. Presidenta desde 1999, Coral, junto al resto de miembros de la junta directiva, conoce bien la evolución de Sitio de Calahonda y el esfuerzo que han tenido que hacer en muchas ocasiones los propios vecinos: “En estos momentos, la EUC funciona como un ‘ayuntamiento’ a pequeña escala y presta servicios que tendría que realizar el municipio de Mijas como el alumbrado o la limpieza. Tenemos 11 operarios, 2 administrativos y un director gerente contratados. Solo pedimos que se nos trate como al resto porque nosotros también pagamos”, afirma Coral. Después de haber solucionado el problema del agua, del tráfico, del correo (durante años no llegó) e, incluso, del teléfono (al principio no había) el reto es ahora que el municipio no mire hacia otro lado, una tendencia que se ha empezado a invertir tras la llegada a la Alcaldía del popular Ángel Nozal.

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