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19/05/2024

Actualidad

Pedro Escalona, la grandeza de lo cotidiano

El pintor Pedro Escalona desgrana su trayectoria de cuatro décadas con una cuidada selección de sus mejores obras en el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga

Hablar de Pedro Escalona es hablar de arte en estado puro, marcado por un estilo sosegado, relajado, que evoca. Pedro se sumerge de lleno en la figuración, donde lo cotidiano y la sencillez se transforman en grandeza cuando los plasma en sus lienzos. La gradación de la luz cobra fuerza frente al protagonismo de los tonos neutros y el carácter intimista de sus cuadros, en los que se intuye la búsqueda del autor de un lenguaje personal. La exposición retrospectiva ‘Iluminaciones cotidianas’, que acoge el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga hasta el 23 de junio, trata de dar el sitio que se merece este malagueño que es profeta en su tierra y fuera, que ha expuesto en países como Holanda, Suiza, Francia, Estados Unidos y, por supuesto, España.

Mijas Semanal. ¿Cuáles son las raíces del arte de Pedro Escalona?
Pedro Escalona.
Me siento muy identificado con mi tierra, crecí en un ambiente rural, en el cortijo El Lagar de Don Elías, en Las Lagunas, y mi hermana Carmen, la ceramista, que siempre ha sido muy creativa, me empujó de alguna manera hacia la pintura. Después, la etapa de estudiante en Madrid fue rotunda y necesaria en mi vida ya que descubro otro mundo, el del arte, los museos, las relaciones sociales... Es una etapa muy productiva que me abrió otras puertas y empiezo a viajar al extranjero.

M.S. ¿Cómo discurre su profesión desde entonces?

P.E. En mi profesión hay que ser muy disciplinado e ir buscando tu camino, es un proceso lento. Empecé a pintar lo que me rodeaba de una manera intuitiva y muy vocacional y esta faceta ha permanecido conmigo. He huido de la grandilocuencia y he preferido una mirada más intimista; además, con los años uno va quitando todo lo superficial y se queda con la esencia. Permanecen el silencio, la luz y las sombras, que son claves en mi discurso pictórico.

“El silencio, la luz y las sombras son claves en mi discurso pictórico”, indica PedroM.S. ¿Cuáles son las temáticas?

P.E. Los ejes temáticos son las naturalezas muertas o bodegones, los animales, las plantas, paisajes, los interiores y las figuras. Para mí, todo tiene alma y siempre he querido descubrirla, llegar más allá. Además, por primera vez, expongo figuras humanas. En la muestra, descubro pinturas de la intimidad familiar para que el espectador pueda captar todas las facetas del autor.

M.S. Sus obras parecen cobrar vida...

P.E. Creo que la figuración no solo tiene que retratar la realidad, uno debe inyectarle otros elementos fundamentales como la atmósfera, la magia... Hay que traspasar esa barrera y entrar en el mundo de las sensaciones y sentimientos. La técnica es muy importante, pero no lo es todo; el artista debe transmitir con su obra y dejar algo de sí mismo en ella. Uno puede pintar mejor o peor pero cada cuadro ha de estar peleado, sentido. Convivo con colegas de gran calidad y me incluyen en el Nuevo Realismo Español, me muevo en mercados internacionales, así que uno tiene que ser honesto y seguir trabajando muy duro para seguir a ese nivel. En la exposición hay algunas piezas que son ‘trampantojos’, o trampa al ojo, para jugar con el espectador, es un guiño entre lo verdadero y lo fingido, entre las piezas originales y las pintadas.

M.S. Sin embargo, no es un artista que llame continuamente a las puertas.

P.E. [Risas] Esta es una profesión muy vocacional, pasional, te ves 40 años después sintiendo curiosidad, descubriendo cosas nuevas, pero también es competitiva y hay que convivir con una parte mercantil que, en mi caso, dejo en manos de las galerías. Entiendo que vivo de la pintura, y eso a veces es duro, los artistas tenemos altibajos en este sentido, pero prefiero centrarme en hacer un trabajo digno y delego lo otro en manos expertas.

M.S. Cuando el espectador  visita la muestra se encuentra ante una exposición temática.

P.E. Así es. Hemos pensado que es mejor que la cronológica, así el visitante puede comparar mi trayectoria e irse sorprendiendo en cada planta del museo. Por ejemplo, conviven piezas de mi primera etapa de estudiante con otras posteriores. Para mí ha sido importante hacer esta parada, esta reflexión, porque me doy cuenta de que también vuelvo atrás. La fuerza con que pintaba entonces me la encuentro ahora en mis libros de viaje, donde me apropio de lo que me gusta cuando visito otros lugares. Es una pintura muy rápida. Las obras más antiguas datan de 1976 y coexisten con otras más actuales e incluso inacabadas de mi taller.  Es un puzzle de cuadros de la familia, colecciones particulares y privadas que suman 40 años de historia. Estoy muy satisfecho con el resultado.

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