Bajo el título ‘Ni pies ni cabeza’ editorializaba este periódico en el número anterior, en relación a la absurda postura de la Junta de Andalucía, cuando impide que los terrenos donde se asienta la Iglesia parroquial de Las Lagunas se inscriban a favor de la Diócesis de Málaga, contrariamente a lo aprobado por el Pleno municipal, tras la permuta por otro solar, llevada a cabo muchos años atrás.

Así, bajo esa figurada forma de hablar, los gobernantes de la Junta de Andalucía, no solo no tienen pies ni cabeza, tampoco corazón, cuando siguen permitiendo que 400 escolares continúen recibiendo su educación en aulas prefabricadas, cifra que aumentará hasta 450 de Infantil y Primaria el próximo curso escolar, según las previsiones, con lo que posiblemente el ya restringido espacio será aún menor y las condiciones de aislamiento térmico, acústico, incluso de goteras, seguirán subsistiendo.

No son, desde luego, las mejores condiciones a las que un país moderno, una comunidad que presumía de ir ya por la tercera modernización, debe tener para educar.
Durante el presente curso escolar, las recientes lluvias obligaron al desalojo de unas aulas tan inapropiadas como deleznables, perdiéndose preciadas jornadas lectivas que no se recuperarán.

Ahí es donde está la parte inundable de todo esto, en la terquedad de la Junta cuando defiende que el solar, urbanizado y cedido por el  Ayuntamiento de Mijas para equipamiento escolar, corre el riesgo de verse sobrepasado por una subida del río, algo que, si llegase a ocurrir, tras superar los más de 50 metros de altura con respecto a la lámina máxima del cauce más próximo, no solo la parcela en cuestión, sino media población lagunera (incluidas las actuales aulas prefabricadas) quedaría inundada por las aguas. Algo tan improbable como absurdo.

Cabe preguntarse si no era inundable el solar cuando fue ofrecido, y así aceptado por la Junta, cuando gobernaba el PSOE en Mijas, se habría ahorrado el municipio nada menos que 600.000 € en urbanizarlo.
Son 73.000 metros cuadrados, repartidos entre cuatro parcelas calificadas como suelo de reserva educativa, los que tiene la Junta de Andalucía, desde 2009, para optar y construir de forma inmediata el necesario colegio.

Otra opción, la que debería adoptar con el corazón en la mano, sería reconocer el absurdo de la decisión adoptada y comenzar más pronto que tarde a construir en el solar, hay que insistir, urbanizado, en Doña Ermita.
Para eso, hacen falta pies y cabeza, también corazón, el órgano por donde surcan los sentimientos y emociones, como el de los progenitores de esos niños obligados a crecer y aprender en ‘caracolas’, que deben tenerlo en un puño.

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