Estos días he podido ver un vídeo que circula en Internet que versa sobre la venganza en una pareja. Al final del vídeo se dice, “Moraleja: aún derrotada… hay que saber joder al enemigo”.
¿De verdad hay que saber fastidiar al otro? Hay gente que lo tiene muy claro, toma decisiones en función de si fastidia o no a un tercero. Lo hacen con su pareja, con compañeros, con amigos, con familiares.
Para vengarse, para molestar, por una idea equivocada de que hay que quedar por encima del otro, para impedir que otros tengan beneficios con menos trabajo que él, para ejercer un falso control, por sadismo, porque albergan un estado de vacío que hay que llenar de cualquier cosa...
Son personas que no se centran en su vida sino que están más pendientes de los demás. Personas que dedican parte de su energía para fastidiar a otros, aunque este gesto suponga cierta molestia para ellos mismos: “yo me joderé, pero tú también”; “yo me quedo con las ganas, pero tú también te vas a fastidiar”.
A consulta no llega nadie que diga: “Doctor me quiero curar de querer joder a los demás”, entre otras cosas porque muchos de quienes hacen estas prácticas se jacta y vanagloria de ello, como si fuera algo loable.
Lo que sí llega a consulta es gente insatisfecha, con ansiedad, con alguna dificultad social, y que alguna de las cosas que puede cambiar para vivir mejor es precisamente esa actitud que no trae ninguna consecuencia positiva. Lo peor de actuar así, es que es uno mismo el que se castiga.
La traición a uno mismo, se paga con mayor castigo, que el castigo que pudiera ofrecer la propia ley, ¿o acaso no es un castigo sentirse mal psicológicamente?
Quizá usted haya elegido el camino de fastidiar a los demás en alguna ocasión. Pero casi más dañino es tener esa actitud y no reconocerla.
En este caso, lo peor no es el hecho, sino el autoengaño: por ejemplo pensar que dejamos de hacer cosas porque no nos apetece en lugar de reconocer que hay cosas que no se hacen por fastidiar al otro.
Por ejemplo, Laura comparte piso, y ha pensado en irse de alquiler ella sola. Pero no lo hará porque considera que sus compañeros actuales de piso ganarían en comodidad sin haber dado ni un paso, y ella prefiere fastidiarse con tal de que los otros no se beneficien sin haber hecho nada.
Hechos similares también ocurren a nivel laboral, y en este ámbito no sólo nos impide crecer individualmente sino que también repercute en el crecimiento de la empresa.
José no cambia de trabajo porque su puesto actual lo ejercería una chica que no le termina de caer bien.
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