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Viernes 20/09/2024

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El final de una era

Asistimos al final de una era, consecuentemente, el comienzo de otra.

Asistimos al final de una era, consecuentemente, al comienzo de otra. Coincide la salida a la calle de este editorial con el 11.11.11, fecha que se antoja misteriosa, esotérica, irrepetible, cuanto menos curiosa, por capicúa y rara. Dicen que se agotaron los números para el sorteo de la ONCE de este día, por aquello de tres veces once.

Posiblemente no toque premio a todo el que compró el cupón, pero sí es cierto que muchos, la mayoría de los españoles, desean y anhelan que les cambie la fortuna tras las inminentes elecciones generales, cuya campaña se libra estos días.

Si nos atenemos a las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas, o la llevada a cabo por el Barómetro de Commetia, el Partido Popular gobernará en Madrid y Sevilla dentro de muy poco, y suelen equivocarse escasamente quienes se han especializado en conocer la tendencia del voto de los ciudadanos, tanto desde el estamento público como privado.

En las próximas elecciones del 20N, el PP sacaría 48,2 diputados frente a 36,2 del PSOE. En Andalucía, la distancia sería aún mayor, 49,4 diputados para el PP y 34,8 para el PSOEEn las próximas elecciones del 20N, el PP sacaría 48,2 diputados frente a 36,2 del PSOE. En Andalucía, la distancia sería aún mayor, 49,4 diputados para el PP y 34,8 para el PSOE; se puede ya casi hablar del final de una era, la que ha marcado el Partido Socialista Obrero Español durante los últimos ocho años en el Gobierno central y treinta largos años en el autonómico andaluz.

Son periodos excesivamente extensos, sobre todo, el registrado en Andalucía. Tiempos en los que cualquier sistema tiende a la perversión. Se ha propiciado y dado lugar a la formación de elementos muy negativos para la democracia, tanto a nivel político como de instituciones.

El costumbrismo de estar encaramados en el poder ha favorecido la instauración de multitud de reinos de taifas, donde cada cual ha gobernado para prevalecer el interés sectario, sino personal, en lugar del público. Mientras, en lo que afecta al ciudadano, se ha favorecido la desigualdad, la falta de oportunidades, la opresión de un sistema inalcanzable para minorías y desfavorecidos, la prevalencia del capital sobre la necesidad real de las familias.

Y en lo institucional, la inoperancia en la gestión de las administraciones, la lentitud, la incongruencia legislativa, de cuya consecuencia nace la injusticia.
Y todos estos datos concurren antes del debate que nos ofrecieron Rubalcaba y Rajoy, el que, a pesar de haber resultado un poco anodino por la estudiada intervención que trajo cada candidato, también tuvo momentos muy elocuentes, como cuando Rubalcaba trataba a Rajoy como virtual presidente.

A buen entendedor pocas campañas bastan, los mensajes que reciben los ciudadanos en estos días denotan claramente este cambio de roles: los que hoy nos gobiernan hacen ya oposición en sus eslóganes y alegatos, posiblemente en clara estrategia de meter miedo.

Los mensajes que reciben los ciudadanos en estos días denotan claramente este cambio de roles: los que hoy nos gobiernan hacen ya oposición en sus eslóganes y alegatos, posiblemente en clara estrategia de meter miedoPero queda una más que lastimosa herencia. Baste citar los miles, muchos miles de indignados y sobre todo los cinco millones de parados. También queda un buen dato, el final del terrorismo del que cabe igualmente destacar el consenso político para acabar con él. Son elementos más que suficientes para poder hablar del final de una era. Bienvenida sea la nueva.

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