Es la primera vez que pide cita para un psicoterapeuta. Justo el día y a la hora acordados le surge un imprevisto y no puede ir. No pasa nada, no se rinda, es cierto que en la vida pasan cosas porque sí, contingencias a las que no hay que buscar mayor explicación. Haga de ese acontecimiento una cuestión de mala suerte y no lo interprete como una señal, tampoco lo use como justificante disuasorio de su verdadero interés. Ahora que habita en usted el deseo de cambiar algo insatisfactorio de su vida, no le dé de lado, llame y pida otra cita.
Para usted también es la primera cita, y tampoco aparece. Ha pensado que mejor lo sigue intentado usted solo, entre los libros de autoayuda y su familia. Tal vez, para algunas cuestiones muy puntuales, sean dos opciones a considerar pero a usted no le han servido hasta ahora. Y sigue en ese bucle sin salida. Atrapado en un goce mortificante. No siga en esa dinámica. Decídase y pruebe, tendrá que hacer algo que no haya hecho hasta ahora. Llame y pida otra cita.
No siga en esa dinámica. Decídase y pruebeQuizá usted anuló su primera cita, porque no la pidió por convicción sino coartado por su pareja, ya que ella le decía que si no hacía algo por cambiar no continuarían juntos. O tal vez sea usted una de esas personas que no se permite crecer, que no asume la responsabilidad de tomar una decisión, y por eso aunque dé un pasito hacia delante luego se para o incluso retrocede. Puede que el día de la cita se encontrara tan mal que no tuvo fuerza, ni ánimo, ni motivación. Piense para otra vez que no siempre hay que hacer lo que se tenga en gana, sino lo conveniente.
A usted que ha anulado su cita, le planteo un ejercicio de reflexión, sinceridad y honestidad consigo mismo, ¿por qué ha anulado su cita?, ¿miedo, dudas sobre la terapia, dejadez, no quiere asumir ese proceso para que todo siga como está? La explicación se la debe a usted mismo.
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