Quizá usted sienta que hay algo que no marcha, algo que no termina de funcionar, que las cosas podrían ir de otra manera, y aunque usted no está sabiendo cómo hacer para que las cosas sean distintas, intuye que hay una salida.
O quizá después de cierto recorrido en distintos profesionales se pregunte cosas como éstas: ¿por qué este asma no se cura con medicamentos?, ¿por qué estos celos si mi mujer es una santa?, ¿por qué esta diarrea si todas las pruebas dicen que no tengo nada?
Cuando el dolor abre preguntas de ese tipo, es uno de los momentos para considerar la consulta a un analista. El hecho de que alguien se pregunte por lo que le pasa significa que, aunque no puede decirlo, supone que alguien sí lo sabe y se lo puede revelar.
No se inicia un análisis como un pasatiempo, una moda, o una filosofía, ni se trata de asombrar al analista con cosas inteligentes, se trata de de expresar ese dolor, con palabras cotidianas, con el lenguaje propio de cada uno.
Para iniciar un análisis uno tiene que entender que su padecimiento va más allá de lo orgánico, que tiene un sentido psíquico, que es algo que tiene que ver con él mismo y su presente.
Es posible trabajar con el Psicoanálisis y además contar con las medicaciones, pero una cosa es disminuir la angustia o la depresión químicamente, y otra muy distinta es tratar de saber algo acerca de lo que angustia o reprime. Pero, la decisión de querer saber algo acerca de nuestro padecer corresponde a una elección personal.
¿Qué es lo que hay que saber en un análisis?, ¿qué es lo que se puede revelar en un análisis? Existe otra instancia distinta a la conciencia, al pensamiento de todos los días, que tiene un saber desconocido para el individuo, y que ese saber, determina su vida más de lo que cree.
En análisis el paciente va a decir de sí mismo más de lo que sabe y el analista lo interpretará. Esa interpretación da cuenta y transforma la historia de deseos inconscientes que está produciendo nuestra vida cotidiana.
Estando en análisis un paciente puede descubrir que ha estado llevando una vida totalmente alejada de su deseo y puede que la modifique para acercarse a él. A veces, este cambio puede ser radical.
Otras veces el paciente sabe que algo se ha modificado, aunque no sepa bien qué, pero el cambio es muy eficaz y al mismo tiempo muy sutil.
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