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Viernes 20/09/2024

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Entre la incertidumbre y la esperanza

Casi 43 años de terror, 829 víctimas mortales y todo un país en vilo han hecho falta para que ETA anunciara el pasado jueves 20 “el cese definitivo de la actividad armada”. La banda terrorista pone así fin a un periodo convulso que, además de generar un intenso debate político, ha provocado miedo, indignación e impotencia entre la sociedad española. Así se ha vivido en Mijas el fin de la

Tranquilidad, alivio y un cierto sentimiento de incredulidad e incertidumbre. El viernes 21 de octubre, España entera amaneció con sensaciones encontradas, tras conocer en la tarde del jueves un anuncio que, sin duda, marcará un antes y un después en la historia política y social de nuestro país: el cese de la actividad armada por parte de la banda terrorista ETA.

Muchos se dejaron invadir por el optimismo propio de la noticia, como fue el caso de la mayor parte de la clase política a nivel nacional; no obstante, las encuestas posteriores han mostrado la desconfianza del grueso de la ciudadanía, a la que le cuesta creer que ETA haya renunciado por fin a imponer su proyecto político a través de la muerte, el miedo, la violencia y la exclusión.

Así, según el sondeo realizado por Sigma Dos publicado el pasado lunes 24 por el diario El Mundo, el 70% de los españoles cree que ETA no ha renunciado para siempre al terrorismo, no dando crédito a las afirmaciones difundidas por la banda en su comunicado.

Las reacciones en Mijas

En Mijas, la satisfacción y la incredulidad por la noticia también se dejaron sentir entre los vecinos. En la calle, ETA se convirtió en el tema estrella de todas las conversaciones, del mismo modo que ocupó las portadas y cabeceras de todos los medios de comunicación nacionales e internacionales.

“Ojalá fuera verdad” fue una de las frases que más se repitió el pasado viernes 21. Y es que muchos vecinos manifestaron sus dudas respecto al anuncio de la banda terrorista. “Por el conocimiento que hemos tenido de estos hechos aquí en España, ojalá sea verdad, pero lo dudo”, comentó una residente argentina.

“Hasta que no lo vea, no lo sé, pero por alcanzar la paz lo que sea”, manifestaba otro vecino. Otros, por el contrario, dejaban traslucir en sus declaraciones un voto de confianza a dicha noticia. En este sentido, una vecina opinaba que “nunca han dicho que esto terminaba definitivamente hasta ahora y creo que después de tantos años, se han dado cuenta de que con violencia estaban consiguiendo poco.

Al alivio y la alegría por la noticia del cese de la violencia por parte de ETA, se unen sensaciones de incredulidad e incertidumbre entre el grueso de la sociedadA ver si así consiguen algo más, que yo creo que por las buenas se llega más lejos”. El optimismo, al igual que la incertidumbre, también caló entre la gente. “Así hay paz en la tierra y tranquilidad, espero que todo salga bien y que se cumpla”, “Eso es lo que tienen que hacer, las tenían que haber dejado [las armas] mucho antes”, fueron otras de las impresiones.

Y es que, en el fondo, aunque todos quieren creer que el fin de la violencia es posible, el recuerdo de las víctimas que dejaron tras sí los más de 50 años de terror sigue calando muy hondo en la memoria colectiva española que, como se dice popularmente, “ni perdona, ni olvida”.

El terrorismo de ETA también dejó su huella en el sector turístico costasoleño

El sector turístico también ha estado en los últimos años en el punto de mira de la larga lista de objetivos de ETA. Sólo en la provincia de Málaga, la banda terrorista llegó a actuar hasta en una treintena de ocasiones. Mijas, Fuengirola y Marbella, por ejemplo, fueron objeto de atentados en los primeros años de la década; de hecho, en 2002, se registraron hasta cinco actos criminales de este tipo en las tres localidades.

Uno de los más sonados tuvo lugar en el año 2002, cuando los terroristas hicieron explosionar un coche-bomba estacionado frente al hotel Las Pirámides, en Fuengirola. La explosión causó heridas a seis personas y provocó desperfectos materiales en vehículos, inmuebles cercanos y mobiliario urbano hasta un radio de 150 metros causados por la onda expansiva.

Aunque han pasado los años, muchos recuerdan aquella mañana de junio como si fuera ayer. “Me acuerdo que acabábamos de hacer reformas y cuando vi las habitaciones, me puse a llorar y no sabía qué hacer”, recuerda Cristina del Canto, directora general del Hotel Las Pirámides. Susana Leiva, de la peluquería María Luisa, por su parte, rememora los hechos de esta forma: “Al principio, te quedas un poco sorprendida, y luego te alegras de no haber estado, sobre todo, si hubiera sido a las 12 de la mañana en lugar de a las 7 y en junio, que ya suele haber gente aquí”.

“La verdad que un poco asustadilla porque llegué a trabajar con mi madre y estaban los cristales rotos, si llega a ser un poco más tarde, lo mismo le pasa a ella algo”, relata en su testimonio Cristina Feroglio, de la Heladería 900 Italiana.

En el mismo año, Mijas también se convirtió en escenario de la barbarie de ETA. Ocurrió en el mes de junio, cuando un artefacto de baja potencia explotó en el estacionamiento del Hotel Tamisa Golf.

El historial de ETA en tierras malagueñas arrancó el 29 de junio de 1979, con el estallido de una bomba en una playa de Marbella que, afortunadamente, no causó daños. En 1980, la  Guardia Civil localizó un artefacto que no llegó a explotar en un campo de golf de Mijas.

El concejal popular José María Martín Carpena, asesinado en julio de 2000, fue la única víctima mortal de la banda en la provincia de Málaga. Cuatro días después, la organización atentó también contra el socialista José Asenjo, que se salvó gracias al fallo de la bomba lapa instalada en su coche, que no llegó a explosionar.

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