Alicia tiene 16 años, es deportista profesional. Desde pequeña, se dedica en cuerpo y alma a su deporte favorito. Sueña con llegar a lo más alto. Es una chica sana y buena estudiante. Tiene poco tiempo para estar con sus amigos, pero está en constante contacto con ellos a través de las redes. Un sábado, mientras ella descansaba en casa porque tenía una competición importante al día siguiente, un amigo colgó una foto antigua en la que también aparecía ella. Era de un cumpleaños y todos, menos ella, salían brindando con alcohol. Casualidades de la vida, un ojeador deportivo profesional que la seguía desde hacía tiempo vio la foto y pensó, injustamente, “esta chica no está al 100 por cien preparada para el deporte de alto nivel”. Y dejó de fijarse en ella. Muy probablemente esa fotografía inocente cambió el destino [por cierto inventado para esta sección] de Alicia.
Cada persona tiene derecho a gestionar su identidad digital; nunca publicar sin permiso
Esta semana en Familias y Pantallas hablamos de la identidad digital: quién digo al resto del mundo que soy a través de la red. “En un entorno personal, laboral y social cada vez más presente en internet, la imagen que ofrecemos de nosotros mismos en la red va ganando un peso cada vez más grande que la identidad personal, física”, advierte la psicóloga del área de Sanidad del Ayuntamiento de Mijas, Ana Belén García. Con una amplia experiencia profesional con jóvenes, la profesional opina que “tenemos que ser conscientes de la imagen que proyectamos ‘online’, es decir, quién digo que soy”.
La identidad digital
Es la información que se tiene sobre una persona, empresa u organización que está presente en la red. La imagen que ofrecemos de nosotros mismos y que está formada por todo lo que volcamos en internet a través de cualquier medio, tanto la información que está presente en las redes que hemos publicado, como la dirección IP, mensajes de correo electrónico, nombres de usuario, personales, administrativos, detalles profesionales y sociales, fotos, vídeos, artículos, comentarios en foros, datos de geolocalización, preferencias religiosas, políticas, sexuales, gustos y aficiones. Es decir, “cualquier acción en la red deja una huella sobre nosotros, ofrece una imagen nuestra”. Y esta imagen se compone no solamente de lo que nosotros hacemos y decimos, sino también de la interacción con otras personas que, a su vez, hablan de nosotros: respuestas a mensajes, fotografías etiquetadas, ¡hasta tu ranking en la carrera que participaste y te inscribiste y sale publicado tu puesto! Todos estos datos pueden rastrearse fácilmente y forman parte de nuestra historia vital, de nuestra reputación digital”.
"Cualquier acción en la red deja una huella sobre nosotros, ofrece una imagen nuestra”
También hay que tener en cuenta, apunta García, que “creamos una idea sobre nosotros que genera una reputación, una opinión. Las empresas y organizaciones cuidan especialmente esa imagen con objetivos comerciales o sociales muy definidos y cada vez son más conscientes del impacto que puede ejercer entre sus consumidores o usuarios. Sin embargo, ¿sabemos nosotros la identidad digital que estamos proyectando y las consecuencias directas de esa imagen?”. “Nuestra identidad digital se va creando poco a poco, es un proceso que va dejando un rastro, una huella. Y cada etapa de la vida es distinta y los acontecimientos reales se van entrelazando con los virtuales, es un proceso vivo que está en permanente construcción y que nos acompañará toda la vida”.
Ahí va, por tanto, un consejo para las familias con hijos adolescentes que ahora inician su vida ‘online’ y están empezando a crear su propia identidad digital. “El espacio ‘online’ es un lugar para entretenerse, relacionarse, aprender y vivir experiencias que en el mundo presencial igual son impensables. La inmediatez en la comunicación, la rapidez en la que se difunden imágenes o cualquier contenido y la propia impulsividad y pasión tan propia de una edad joven (y no tan joven) convierte este colectivo, los adolescentes, en un sector más vulnerable a los posibles riesgos de una reputación no deseada”.
Incluso, añade la psicóloga, y de eso ya se ha hablado en ocasiones en esta sección de Familias y Pantallas, los propios padres y familiares contribuyen a crear esa imagen desde que los niños nacen. Según García, “existen análisis que manifiestan que el 75% de los menores cuenta con fotografías en internet con tan solo dos años. Que no tiene que ser necesariamente negativo este hecho, simplemente se trata de ser conscientes de la realidad: estamos volcando una imagen de nosotros en la red”. Es, sencillamente, tiempo de reflexionar.
Puedes consultar el reportaje completo en Mijas Semanal (pincha en el archivo adjunto).