Micaela Fernández. Se autodefine como una enamorada de las relaciones humanas. Anna Ramis es maestra y pedagoga. Lleva más de 20 años formando a docentes y a familias, digamos que tiene un pie en cada bando. Pero, además, es madre de dos hijos (ya mayores, por cierto). Acaba de publicar el libro ‘De 0 a 3 años, ¿nada de pantallas?’, convencida de que es un buen momento para reflexionar sobre el uso que le damos a las tecnologías.
Mijas Semanal. Asegura que “casi todo el mundo es consciente de que nos hemos pasado un poco con las pantallas” con la pandemia.
Anna Ramis. Sí, es buen momento para que hagamos una reflexión.
M.S. En el libro pone nada de pantallas entre interrogaciones.
A.R. Son las familias las que tienen que dar la respuesta. Yo no voy a decir lo que cada uno tiene que hacer, cada uno sabe qué circunstancias tiene en casa. Lo que sí hago es aportar reflexiones. Me baso sobre todo en un estudio pediátrico hecho en Canadá publicado en 2019, que es el primer estudio longitudinal que estudió a niños desde que nacían hasta los 5 años y correlacionaron las horas de pantallas que habían tenido durante estos años con las capacidades que se presuponen para empezar bien el cole. Y la correlación es absolutamente negativa. La capacidad de atención, la ansiedad, el desarrollo del lenguaje, el atrevimiento motriz, la tonicidad muscular… Todo correlaciona directamente. Y todo esto es lo que yo pongo en conocimiento de los papás y las mamás, para que tengan una alerta, un faro encendido iluminando una parte que a lo mejor no saben.
M.S. Dice que “hay que entender para educar”.
A.R. Hace unos años no sabíamos qué pasaba si le dábamos a los niños productos de bollería industrial, y ahora que sabemos que es malo para su alimentación, procuramos retirarlo, pues con las pantallas lo mismo. Sabemos que producen daño cuando se abusa, pues vamos a reducir el uso.
M.S. Pero las pantallas forman parte de nuestras vidas. Aunque no las usen, los niños las ven.
A.R. Hay que regular entones el uso que hacemos de las pantallas estando los pequeños presentes. Por ejemplo, no encender la televisión nada más entrar a casa, no llevar el móvil encima todo el tiempo... La vida mientras interactúo con mi hijo debe tener el mínimo móvil posible.
M.S. Muchas familias se excusan con que les dan el móvil o la tablet al niño solo cuando se aburre. En un restaurante por ejemplo. ¿Qué opina?
A.R. El restaurante es un lugar interesantísimo para los niños, pero llévate recursos, llévate al niño de excursión al lavabo, llévatelo a ver ahora que hay ahí fuera… Hay que anticiparse a las necesidades infantiles, dedicarles tiempo. Un niño pequeño yendo por la calle, en coche o en un restaurante no se aburre. Eres tú, el adulto, el que, en todo caso, le has estimulado a cambios muy frecuentes y muy rápidos. Ya le has dejado las pantallas y como la realidad es más lenta, ahora tiene ansiedad y las reclama. Pero si tú le permites que la realidad sea el estímulo, disfrutará con él. El concepto ‘se aburre’ es un concepto de adulto. Nos han metido en la cabeza que hay que aprovechar el tiempo a tope, pero si hasta esperando que el semáforo se ponga en verde cogemos el móvil... ¿Qué estamos haciendo? El hecho de tener un crío pequeño es una oportunidad para que nosotros mismos reflexionemos sobre la vida que llevamos. Si hasta para ver una serie, quitamos las entradas y las salidas para ver más capítulos, ¿hasta para disfrutar tenemos que disfrutar deprisa? Los niños necesitan tiempo y experiencias reales.
M.S. Hace unos días vi a unos padres paseando por el paseo marítimo con su bebé en el carro con el móvil. Se estaba perdiendo un día de sol precioso, ¿qué opina?
A.R. Es muy triste y cada vez más frecuente verlo. El concepto de que los niños se aburren, hasta los 3 años no es así. Por eso los niños pequeños duermen tanto, porque su cerebro necesita mucho tiempo para reposar y colectar todo lo que ha estimulado y recibido. Y las pantallas lo que hacen es secuestrar la realidad. Tú, papá o mamá, estás más tranquilo cuando el niño está con el móvil, porque es como si tu hijo no existiera, desaparece. Pero le estás secuestrando la realidad, ese alimento que necesita su cuerpo y su mente. Cuando un crío llega al mundo tiene que aprenderlo todo. Los niños que tienen más pantallas tienen un desarrollo mucho peor, gestionan peor las emociones, hay más obesidad infantil, porque con las pantallas están quietos. Yo recuerdo cuando mis niños eran pequeños, yo les ponía el termómetro por si tenían fiebre cuando estaban muy quietos, porque era raro.
M.S. ¿Cómo recuerda la educación cuando sus hijos eran pequeños?
A.R. Entonces todo era mucho más fácil, la verdad. Teníamos el televisor y el vídeo. Hoy en día las pantallas están en todas partes, incluso cuando nace una criatura, la foto que la mayoría conoce de un crío es la ecografía previa al nacimiento. Esto es más difícil de gestionar, o más bien, distinto de gestionar.
M.S. Los padres deben ser ejemplo.
A.R. Como adulto cuando coges el móvil o ves una serie, también te vas del mundo. No te acuerdas del trabajo, ni de lo que te queda por hacer, ni de nada. Pues a un niño que tiene un cerebro, con el óvulo prefrontal que es donde se tiene que desarrollar durante los primeros 6 años de vida la voluntad y el autocontrol, se queda sin un desarrollo mínimo. Y además la pantalla es adictiva.
M.S. ¿Qué opina del teletrabajo con niños en casa?
A.R. Aquí los padres tienen una responsabilidad que ejercer, pero también las administraciones. El teletrabajo es un engaño para la conciliación familiar y laboral, porque el que lo paga es el niño. Cuando los padres teletrabajan las pantallas son niñeras digitales. Los trabajadores deben levantar la voz para que se regule el teletrabajo.
M.S. ¿Qué propone para combinar trabajo y niños sin pantallas?
A.R. Tenemos que anticiparnos, a qué le enseñamos a jugar, qué le damos, qué le sacamos progresivamente para que haya novedad... Y aún así, si tiramos de pantallas, siempre en frecuencias muy pequeñas, minutos, y nunca en horas de comidas ni a la hora de irse a la cama. Evitar estas dos zonas de riesgo.
M.F. ¿Cuándo propone que se introduzcan las pantallas?
A.R. Vivimos con las pantallas, pero vamos a darle un uso correcto. Videollamadas, fotos, vídeos... Esos usos no son malos y se pueden utilizar las pantallas de manera muy creativa. Poco a poco vamos subiendo progresivamente los minutos, hasta una hora al día distribuida en grupos de minutos hacia los 6 años, siempre bajo control parental, nunca dejar un aparato conectado a internet sin un adulto. No dejaríamos a un niño de 4 años solo en la calle, tampoco solo con internet. Ahí está todo el mundo, hay cosas maravillosas, pero también hay pornografía, violencia, abusos…
M.F. ¿Qué le diría a los padres que creen que es tarde para rectificar?
A.R. Nunca es tarde, si podemos recuperar a un drogadicto de 40 años, qué no vamos a poder hacer con un crío. Cuando quitas la pantalla tienes que preparar alternativas creativas, superatractivas. Te lo tienes que creer y estar convencido y empoderado. Es como cuando quitas el chupete o el pañal y ya no hay vuelta atrás, lo mismo con las pantallas. Cuando le retiras algo al niño debe haber un acompañamiento para superarlo.
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