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Viernes 01/11/2024

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Almendra, reina de las rosas

Almendra, término de origen semítico, concretamente sirio, “ha-migdala” que significa árbol hermoso, de ahí pasó al griego y en su latinización quedó como “amígdala”, la versión arabizada de dicha palabra da lugar a la actual, almendra. Llamada reina de las rosas, de la familia de los rosáceos, constituye una de las fuentes de alimentación más antiguas de la humanidad. La almendra ti

En la mitología griega Arnobio relata que en un acantilado de Frigia, llamado Agdo, era venerada una piedra que representaba a la diosa Cíbele. Sobre ella había depositado Zeus un día unas gotas de semen, ya que no conseguía unirse a la diosa de otra forma. Cíbele dio a luz un ser andrógino, Agdistis, a quien Dionisio castró, de sus partes genitales caídas al suelo creció un almendro. Un fruto de este árbol fecundó a Sangarios, una hija del dios-río, al colocar una almendra sobre su cuerpo. Una antigua leyenda cuenta que una de las hijas del famoso rey mitológico de Frigia, Midas, se murió de tristeza por la muerte de su amado marido y sobre el cadáver de la apenada mujer floreció un almendro, como renacimiento a la vida, de igual forma que tras el invierno florece ritualmente el almendro.

Para la tradición judía, la almendra generalmente representa a lo escondido, lo desconocido tras una corteza dura. Descubrir la almendra, comerla tiene por significación descubrir un secreto, participar de él. Por la base de un almendro se penetra a la ciudad misteriosa de luz la cual es una estancia de la inmortalidad. Almendra se dice “luz” en hebreo, palabra cuya raíz está ligada a las ideas de cubierto, oculto, envuelto, secreto. También luz se llamaba el lugar donde Jacob tuvo su visión y que renombró Beith-el o casa de Dios.

En la religión cristiana, heredera de la simbología hebrea, la almendra desempeña un papel esencial representando a Jesucristo, porque su naturaleza divina está oculta en su semblante humano. Podría ser ésta, la razón por la que se utiliza este fruto en abundancia en los dulces navideños, cuando el Dios nace como hombre. En la iconografía medieval es común encontrar representaciones de la Virgen, Jesús y los santos, dentro de una almendra; sus dos vértices apuntan uno al cielo y otro a la tierra, simbolizando la unión de lo divino y lo terrenal.

Los musulmanes, en cambio, no se fijan tanto en la estructura física del fruto y se dejan llevar por la seducción juvenil de sus alegres flores blancas, pues el Corán entiende a las plantas como obsequio del todopoderoso a los hombres.

Es un árbol excelente para la región mediterránea, al ser muy rústico, por lo que su cultivo se ha extendido incluso a tierras pobres de difícil utilización; soporta largos periodos de sequía, cualidad muy importante para el agricultor, pues en años de sequía persistente puede que la almendra sea la única cosecha que obtenga. En algunas regiones de la península Ibérica, el almendro se utilizó para predecir los cambios en la meteorología. Sus flores sirvieron de instrumento a los campesinos para pronosticar la llegada del buen tiempo. En brujería las almendras se relacionaron con los testículos y se utilizaban como sustitutos de los mismos en rituales de fecundidad o castración simbólica, como por ejemplo, en el hechizo del “nudo de la agujeta”,el cual impedía al varón estar con ninguna mujer que no fuera la que había encargado el conjuro.

La almendra posee propiedades calmantes y narcotizantes conocidas desde muy antiguo, el uso medicinal de este fruto estaba ya muy extendido en la farmacopea medieval. Nutricionalmente las almendras son ricas en proteínas y fósforo, tienen mucho aceite, más calcio que la leche y más hierro que la carne, resultan ser un reconstituyente para el sistema nervioso. Una de sus utilizaciones menos conocidas es la obtención de leche de almendras, que se elabora a base de este fruto triturado con azúcar y agua; este producto es especialmente apreciado por quienes no le sientan bien la leche de origen.

Otro producto que se obtiene es el aceite de almendra, pero no se emplea para aderezar ningún alimento, sino que se utiliza en dermatología para fabricar cremas cutáneas que actúan contra los efectos de las quemaduras.

La primavera de los almendros es una fiesta visual en cuanto a su belleza, sirva para ilustrarlo la siguiente leyenda. Cuentan que el califa Abderramán III en honor de su esposa favorita llamada Zhara y al parecer de origen granadino, viéndola triste, le preguntó lo que le ocurría, a lo que ella contestó que echaba de menos las sierras nevadas de Granada. Entonces el califa mandó construir la ciudad palaciega de Medinat al-Zahra y plantar la falda de las montañas de sus alrededores de almendros para que cuando estuvieran en flor pareciese que había nevado. Los cordobeses llamaban a la sierra la novia, porque cuando florecían los almendros y dadas sus bellezas naturales, no era exagerado equipararla con una recién desposada.

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