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19/05/2024

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Cuando el fuego no entiende de género

Ni el peso excesivo, ni las altas temperaturas, ni las situaciones extremas. No solo no se amedrentan ante nada, sino que Ada y Reme están orgullosas de representar a la mujer en una profesión en la que aún sigue siendo sorprendente ver a una chica enfrentándose a las llamas

Ni el peso excesivo, ni las altas temperaturas, ni las situaciones extremas. No solo no se amedrentan ante nada, sino que Ada y Reme están orgullosas de representar a la mujer en una profesión en la que aún sigue siendo sorprendente ver a una chica enfrentándose a las llamas.

“A mí, que me entierren con el uniforme”, bromea Reme cuando se le pregunta por el futuro. “Estamos muy a gusto, esto es una maravilla, estamos muy satisfechas porque sabemos lo que se valora nuestro trabajo”, completa Ada. Son las dos mujeres que forman parte del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento de Mijas, un cuerpo de bomberos con 30 efectivos y en el que la presencia de dos chicas no despierta tantas suspicacias como cabría imaginarse.

Y es que, como ambas aseguran, “nos ha tocado la lotería”, tanto por el trabajo que hacen como por el ambiente que se respira entre compañeros. “Somos un bombero más, aunque eso no quita que ellos miren un poquito más por nosotras. Al principio, existen más diferencias pero, a la larga, se dan cuenta de que ni nosotras somos tan princesitas, ni ellos tan machotes”, comenta Reme.

Para ellas, la fuerza no es el único requisito para desempeñar esta profesión; el componente psicológico es también muy importante. “Somos seres humanos que nos enfrentamos a situaciones extremas, pero una vez que estamos en el parque, nos derrumbamos porque nos damos cuenta de que no somos unos héroes”, completa Reme.

Ambas son conscientes de que existe una diferencia física entre hombres y mujeres pero aseguran que siempre han soportado, igual que sus compañeros, los 23 kilos que pesa el equipo, subiendo a la séptima planta de un edificio, aguantando temperaturas extremas o realizando intervenciones interminables de gran estrés y tensión emocional. Para Reme, “si  me dicen que no soy capaz de hacer cualquier cosa, me como al que sea. Antes, tienen que dejar que lo intente al menos dos veces”.

Aún así, en la calle sigue sorprendiendo toparse con una mujer bombero. Ellas mismas dicen sentirse más observadas cuando van, por ejemplo, conduciendo el camión y no faltan los comentarios de asombro cuando, al quitarse el casco, aparece una melena femenina. “Es complicado ser bombera por el mito que lleva la profesión en sí. Además, las mujeres que se presentan son minoría, ya sea por crianza, costumbre o prejuicios”, indica Ada.

Para su entorno más cercano, no obstante, el hecho de tener una bombera en la familia es, cuando menos, motivo de orgullo. “No pierden la ocasión de contarle a todo el mundo que soy bombera”, asegura. “Mi madre pensaba que era el último trabajo donde me iba a quedar, porque por lo visto yo antes era bastante cobarde”, bromea Reme.

El día a día

En el parque de bomberos de Mijas, todos los efectivos se organizan en turnos de 24 horas, tras los cuales tienen derecho a cuatro días de descanso. Es una dinámica de trabajo que Ada y Reme no cambian por nada. Primero, por la complicidad que se establece entre el grupo. “Llegamos a entendernos hasta con las cejas, lo cual es muy importante en situaciones límite, cuando resulta especialmente complicado comunicarse”, explica Reme.

Por otro lado, gracias a estos turnos, el grupo tiene la posibilidad de hacer todo aquello que conlleva su actividad, revisar los camiones y el material, comprobar hidrantes, dar charlas en colegios, hacer prácticas, deporte o dedicar parte de la jornada al estudio. Además, el trabajar 24 horas ininterrumpidas les permite concentrarse totalmente en el trabajo. “Cuando estoy aquí, soy bombera al 100% y luego puedo estar cuatro días en casa con mis hijos”, comenta Ada.

No obstante, todo cambia cuando surge alguna emergencia. En estos momentos, todos los bomberos que están de servicio cambian el chip y se crecen ante las situaciones más difíciles. Según cuenta Reme, “por lo que dicen mis compañeros, tengo mucha frialdad a la hora de llegar a los sitios, siempre les digo a todos que estén relajados, que piensen las cosas, que no se aceleren”, dice. No obstante, hay casos que entrañan gran estrés. “La misma presión de saber que hay una persona que va a morir y tienes que darte prisa para sacarla ya es estresante”, resume Ada.

Además, hay intervenciones que se alargan demasiado en el tiempo y ello, unido al calor y al peso de los equipos, provoca que haya que estar constantemente en tensión. “En el último incendio en la sierra, los compañeros estuvieron 37 horas sofocando el fuego. Es para ponerle 20 medallas a cada uno”, cuenta Reme. “Nos faltan efectivos para la extensión que tiene el municipio y eso se nota”, completa.

Lo que sí es cierto es que ambas saben que representan a la mujer en el oficio de bombera. Por eso, como dice Ada, “me siento responsable de hacer las cosas bien, porque en mí se va a ver reflejado el género femenino”. “Es verdad, hay veces en las que una intervención se alarga y, aunque necesitas descansar, no te sientas hasta que lo hace tu compañero. No quiero que piensen ‘mírala, ella tiene que estar sentada porque no puede con su alma’. No es eso, sino que todos somos humanos”, relata Reme.

Dos mujeres enamoradas de su profesión

Pocas personas muestran tanto amor por su trabajo como Ada y Reme. Para ellas, los turnos de 24 horas o las intervenciones peligrosas son, sin duda, lo mejor de ser bomberas.

Ada Gómez: “Las pruebas deberían ser más igualitarias, no para supermanes”

Ada Gómez. 37 años. Vive en Mijas desde el año 2000, donde trabaja como bombera desde hace 7 años.

Licenciada en Educación Física y amante del deporte, a Ada la oportunidad de ser bombero se le presentó casi por sorpresa. Un tren que no quiso dejar pasar y que hoy valora como una de las decisiones más acertadas de su vida. Esta granadina afincada en Mijas inició su vinculación con el cuerpo trabajando como bombero forestal. Más tarde, entró en Mijas como interina para cubrir una de las plazas que faltaban.

En cuanto a las pruebas físicas que tuvo que superar, Ada lo tiene claro. “Deberían poner un baremo más igualitario, no para supermanes. Las pruebas son distintas según el sexo y me sentí un poco beneficiada, algo que no veo justo”, comenta. Según Ada, las pruebas tendrían que ser más específicas y reflejar el trabajo de un parque de bomberos.

“Estoy muy satisfecha con mi trabajo, creo que los turnos de 24 horas son los mejores, porque te permiten compenetrarte con los compañeros”, relata. “Incluso sé que las bromas más pesadas son solo eso, bromas. Ahora que he vuelto de baja por maternidad, hay algunos que me dicen que ‘hay que ver qué suerte, todo el tiempo que llevas sin trabajar’”, concluye.

Reme Meléndez: “Antes de ser bombera, intervine en el gran incendio de 2001”

Remedios Meléndez. 40 años. Aunque nació en Álora, reside en Mijas desde que tenía tres meses.

Reme es la primera bombera que se incorporó al parque mijeño coincidiendo con su creación en 2001. Por aquel entonces, llevaba cuatro años trabajando en el equipo de primeros auxilios de Protección Civil y como tal, intervino en el gran incendio de 2001, a raíz del cual se solicitó la puesta en marcha de un Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento en Mijas. Y qué mejor que contar con personas que ya tuvieran experiencia en el tema.

Y aunque Reme no se planteaba dedicarse a ello profesionalmente, decidió aprovechar la oportunidad. “En aquel momento, no le veía más futuro al voluntariado; de hecho, trabajaba cuidando a dos niñas y dirigiendo un hogar que no era mío”, señala. Un total de 12 efectivos comenzaron su andadura como bomberos en el municipio y a los pocos años de ejercer sus funciones como auténticos profesionales, se sometieron a las oposiciones para ser funcionarios. No obstante, en ese momento, no tuvieron que enfrentarse a las pruebas físicas, sino a un examen teórico. “No hizo falta porque ya estábamos demostrando lo que sabíamos hacer”, cuenta Reme.

Ada y Reme, dos bomberas de armas tomar

Hace unos tres años, Ada recuerda un aterrador incendio en un edificio. “Estaba completamente en llamas, había gente en la parte de arriba con la puerta cerrada y solo habíamos tres personas trabajando ese día”, rememora. “Ahí es donde realmente ves el miedo, porque cuando ves que tienes dos manos y tanta gente a la que ayudar, ¿qué haces?”. Finalmente, el fuego logró sofocarse y, afortunadamente, no hubo que lamentar víctimas. Para Ada, los casos más angustiosos son, sin duda, aquellos en los que hay gente atrapada, ya sea en una vivienda o en un vehículo tras un accidente.

La experiencia más emocionante para Reme fue rescatar a un hombre que intentaba suicidarse. El señor llegó a colgarse de una cuerda desde la ventana de su domicilio, pero fue posible abrir la puerta y cortarla. Finalmente, sobrevivió. “Tienes que tener la sangre muy fría, porque está todo el mundo gritando y tienes que concentrarte porque es necesario abrir esa puerta y salvar a ese hombre”, cuenta Reme. Al final, cuando los médicos se hacen cargo de la víctima, a Reme le toca ponerse seria para atender a su ex mujer (con un ataque de nervios) y a sus hijos, disolver a los curiosos y ofrecer apoyo psicológico a quien lo necesitara.

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