El periodista Marcos Arce disfrutó con la actuación de Rafael Álvarez  en la última edición del Festival de Teatro de Mijas. Esta es su crítica. 

Y ¿Cuántas palabras faltan? ¿Cuántas palabras sobran? ¿Cuántas palabras son las palabras exactas? ¿Cuántas noches quedan? ¿Cuánto queda de sufrimiento? ¿Cuánto tiempo más podremos olvidar la pregunta? ¿Cuánto tiempo más querremos buscar la respuesta? ¿Cuántas noches más, la Luna acompañará a la voz del Brujo?

El viernes 20 de julio, que no hoy, ni tampoco mañana, disfrutamos de la voz de las voces. Esa voz que se parece a tu voz y que es tan parecida a mi voz. Rafael Álvarez y una silla. Que importante esa silla que te invita a sentarte y escuchar a quien esté delante. Aunque no haya que sentarse, la silla invita como El Brujo encanta a quién se ofrece a entregarse. Demasiado postmoderno, demasiado postanticuado. Está justo en el centro de las cosas, alejándose de tantos extremos que nos rodean; y que no nos traen más que quebraderos de cabeza y miedos.

Una noche preciosa. Una oscuridad que se dejaba apreciar por ese bello techo del Auditorio Miguel González Berral. Una luz que ya no está, que se ha ido por un instante a otro lugar. Un recuerdo a aquellos que sin dejar huella acompañaban al juglar en su cantar.

Que impagables esos silencios cuando el místico pronuncia una verdad; como el pueblo la reconoce al instante y la siente. Que penetrable ese humor que trae consigo, que al menos por unos instantes, tantas cosas te hace querer cambiar.

Y sin querer sonar como alguien que quiere rimar, estoy sonando como alguien que quiere rimar. Se me ha pegado algo, una melodía, una energía; como esa resaca que te deja un buen vino. Me emborracharía horas y horas entre palabras dichas por el último juglar. Una noche preciosa la de ayer. ¿conchi conchá?

Al final el teatro, el humor, la poesía, el arte, la música…no hay que temerla ni entenderla. Por un oído entra y por el agujero del culo sale. He ahí la magia que El Brujo dice sabe conocer. He ahí que no hay nada más que una noche, un regalo, unos alientos que ojalá podamos seguir disfrutando, porque nos encanta dejarnos, nos encanta reírnos, nos encanta sentirnos en comunidad con un gato que canta como si fuera un cura y con un cura que canta como si fuera un gato.

Comparte esta noticia desde el siguiente enlace: https://mijascom.com/?a=16993