Dicen que lleva consigo los genes de su madre Concepción, que lo muestra su carácter de mujer generosa y atrevida. Dicen que es valiente; que lo fue como hija, octava de nueve hermanos; que lo es como madre, educando y cuidando a los ocho hijos que consiguió sacar adelante con tesón, esmero y trabajo.
“Mi madre era quien llevaba todo el peso de la familia, trabajaba de sol a sol”, dice su hijo Paco, quien no olvida las circunstancias que empujaron a su madre a echarle un pulso a la vida. “Mi padre tuvo un accidente de moto, él se dirigía a trabajar y como consecuencia quedó inválido. Le dieron un grado de invalidez máxima, por lo que tuvimos que recurrir a mi madre como sustento de la familia, fue cuando decidieron montar una tienda”.
La invalidez de su marido, Diego, hizo que Ana fuese la principal valedora de la familiaUn negocio en La Cala, un referente para un barrio que tímidamente despertaba a la economía de los primeros turistas y en el que seguían faltando necesidades básicas para muchas familias. “A veces llegaban personas pasando una mala racha, mi madre les decía que no se preocuparan, que ya tendrían tiempo de pagarle. Ha sido una persona muy generosa y desprendida”, apunta orgulloso su hijo Paco. Por su parte, su hijo Antonio añade que “incluso ha ayudado a mucha gente que ni siquiera lo sabe, a todo el que lo ha necesitado”.
Pero Ana no solo ejerció de tendera, también lo hizo de enfermera, o mejor dicho, de “practicante” de La Cala. Unas misioneras le enseñaron el oficio, “cada vez que alguien aquí o en los alrededores necesitaba ponerse una inyección, acudía con mi padre a atenderla”, nos dice Paco, “es una persona humilde, lo ha dado todo, es todo corazón y se ha desvivido siempre por los demás” y por sus hijos, “hablaron con sus abogados y consiguieron unas becas para que todos pudiésemos estudiar”, esgrime Paco, al referirse a cómo su madre tuvo que ver marchar a sus hijos progresivamente a la ciudad, sabiendo que les esperaba un mejor futuro.
Desde que enviudó hace años, el Alzheimer que hoy padece Ana se ha acentuadoSin embargo, para Ana, el 8 de marzo no solo es especial por ser su día como mujer, ese mismo día de 1956 se casaba con Diego Lozano, su marido y compañero, a quien todos echan en falta en la familia Lozano Ruiz. “Yo creo que fue a raíz de faltar mi padre cuando comienza a acentuarse más el Alzheimer en ella, mi padre era un punto de apoyo enorme para ella”, continúa Antonio, “es una enfermedad muy dura, ves cómo baja escalones, sino por días, sí por semanas, ves cómo va perdiendo”.
Todo un referente de mujer, de madre, trabajadora, emprendedora, un espejo en el que muchas mujeres y hombres pueden, y debieran, mirarse como ejemplo de quienes lucharon por la España que hoy seguimos queriendo, igualitaria, trabajadora, emprendedora. Ana supo plantar todo esto y mucho más, sin esperar frutos de nada ni nadie. Y lo hizo por el bien no de una familia sino de muchas, las caleñas, que a pesar de no llevar sus apellidos, las sentía y las siente como propias.
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