Aunque los vecinos y los amigos pueden ayudar, alrededor del 80% de la ayuda en el hogar (física, emocional, social y económica) la proporcionan los cuidadores. A menudo, los cuidadores pueden retrasar o incluso evitar la necesidad de cuidados en residencias de ancianos.
La cantidad y el tipo de atención proporcionada por los miembros de la familia dependen de los recursos económicos, la estructura familiar, la calidad de las relaciones y otras demandas de tiempo y energía. Algunos cuidadores proporcionan una ayuda mínima (por ejemplo, comprobar periódicamente que la persona esté bien), mientras que otros ofrecen una compleja atención a tiempo completo. A veces se necesita atención por un periodo de tiempo corto, como cuando una persona se está recuperando de cirugía. A menudo, los cuidados son necesarios durante meses o años. En promedio, los cuidadores pasan cerca de 4 horas al día en actividades de cuidado.
Aunque la sociedad tiende a considerar que los miembros de la familia tienen la responsabilidad de cuidar unos de otros, los límites de estas obligaciones varían según la cultura, la familia y cada miembro de la familia. La voluntad de los miembros de la familia para proporcionar atención se puede reforzar con servicios de apoyo (por ejemplo, asistencia técnica en el aprendizaje de nuevas habilidades, servicio de asesoramiento y servicio familiar de salud mental) y servicios suplementarios (por ejemplo, atención personal, como ayuda con el aseo, la alimentación y el vestir, así como atención médica domiciliaria, centros de cuidado para adultos y programas alimentarios). Los servicios suplementarios se pueden proporcionar en horario regular o como descanso para unas horas o días.
Los cambios en la demografía y los valores sociales han reducido el número de miembros de la familia disponibles para cuidar a familiares mayores con alguna discapacidad. Estos cambios incluyen:
Aumento de la esperanza de vida: como consecuencia, la población de personas muy ancianas ha ido en aumento y, por consiguiente, sus hijos, que son sus cuidadores potenciales, también pueden ser ancianos.
Procreación tardía: junto con una mayor esperanza de vida, este retraso ha creado una generación intermedia de cuidadores que deben cuidar a sus hijos y a sus padres al mismo tiempo.
El aumento de la movilidad en la sociedad y la tasa de divorcio: las familias son más propensas a estar separadas geográficamente, lo que puede debilitar los lazos familiares. No obstante, el 80% de las personas mayores de 65 años viven a 20 minutos de un hijo.
Un número creciente de mujeres en la población activa: anteriormente, las mujeres siempre podían cuidarse de los padres mayores, pero ahora las exigencias de un trabajo disminuyen o eliminan su capacidad para hacerlo.
El número de personas mayores dependientes y realmente enfermas va en aumento.
Estos factores predicen una creciente demanda de servicios de atención domiciliaria proporcionados por personas que no son miembros de la familia, amigos o vecinos.
Aunque el cuidado puede ser muy gratificante, también puede tener efectos negativos. Los cuidadores familiares pueden experimentar un estrés considerable y subsiguientes problemas de salud, aislamiento, fatiga y frustración, que a veces llevan a una sensación de impotencia y agotamiento (agotamiento del cuidador) o al maltrato de la persona mayor.
Los cuidados también pueden convertirse en una carga económica. Las parejas en las que uno cuida del otro tienden a ser desproporcionadamente pobres. A veces, el cuidador que trabaja tiene que dejar el empleo a tiempo completo o reducir las horas de trabajo para dar cabida a la prestación de cuidados.
Los cuidadores a menudo obtienen confortación, información o estrategias útiles para la prestación de cuidados de los médicos, enfermeras, trabajadores sociales y asesores. Los cuidadores también pueden seguir las estrategias siguientes para cuidar de las personas mayores y evitar el agotamiento del cuidador ( Evitar el desgaste del cuidador):
- Tener en cuenta las propias necesidades físicas, emocionales, recreativas, espirituales y financieras
- Siempre que se considere apropiado, solicitar ayuda para el cuidado o apoyo psicológico de otros miembros de la familia y amigos
- Investigar qué grupos externos pueden ofrecer apoyo psicológico o pueden ayudar con los cuidados (como asesoramiento, atención médica a domicilio, centros de cuidado para adultos, programas alimentarios y cuidados de relevo).
- Evitar tomarse como algo personal las conductas hostiles o difíciles de la persona mayor (si las hay)
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