La vuelta al cole es un periodo que puede ser, en ocasiones, traumático tanto para padres como para hijos si no se saben tomar las medidas oportunas. Ambas partes deben trabajar en equipo, escucharse y comunicarse para que el regreso al trabajo y a la rutina sea lo más llevadero posible. Esta semana entrevistamos a Rebeca Cabrelles, licenciada en Pedagogía por la Universidad de Valencia y especializada en intervención en dificultades de aprendizaje.
Mijas Semanal. ¿Qué pautas se tendrían que tener en cuenta con la llegada del regreso a las aulas?
Rebeca Cabrelles. La adaptación al medio supone realizar un proceso de aprendizaje, se debe adecuar la conducta y los hábitos a las nuevas normas y estímulos que se demandan. Una de las más importantes para este periodo es no perder esa estructura y organización que se lleva durante todo el curso académico en casa. Es decir, de la mejor manera posible, realizar los nuevos cambios de manera gradual. A ello ayudará que en las últimas semanas de las vacaciones se empiecen a recuperar los hábitos normales (horas de sueño y de comidas, aumento de nivel de actividad, repaso de contenidos...) poco a poco. Si durante el periodo estival los niños y niñas han seguido realizando tareas educativas, la vuelta a “lo normal” será mucho menos costosa para ellos.
M.S. ¿Cómo deben actuar los padres cuando ven que su hijo se queda en el centro llorando?
R.C. Aquí podemos resaltar la afirmación de Alfredo Hoyuelos “Los niños y niñas son originales e incomparables.” Es decir, no podemos generalizar y dar importancia con afirmaciones tipo: mi hijo es el único que llora ante este cambio, cuando cada niño o niña vive su duelo de manera diferente. Que un alumno o alumna llore simplemente es su manera de expresar o comunicar el desagrado de una situación. Los padres, por lo tanto, tienen un papel fundamental en esta transición. Acompañar empáticamente, no significa reprimir cuanto antes el llanto del niño o el enfado, si no dar a los pequeños la comprensión para que se sientan plenamente aceptados, haciendo que aumente la calidad de la comunicación y sean ellos mismos los que finalmente se consuelen. Un ejemplo útil que menciono a menudo es cuando un adulto se emociona con una novela, sabiendo que es una historia ficticia, nadie viene a reprimir nuestro llanto o tristeza momentánea, y nosotros mismos buscamos nuestro propio consuelo, como cada niño y niña ante todos los cambios que supone la vuelta a la rutina, tienen el derecho a vivirlos.
M.S. ¿El cambio de rutina afecta en ambos sentidos?
R.C. En muchas ocasiones, el cambio afecta más a los padres que a los propios alumnos. Hay una serie de aspectos que a los progenitores les viene de repente: cambio de rutinas, horarios, costes económicos, estrés generado para que su hijo o hija alcance los objetivos, apuntarlos a extraescolares o no, idiomas, etc. Lo que está claro, es que el llamado síndrome postvacacional afecta a ambas partes. Es por todo ello, por lo que dichos síntomas que se viven con el proceso de readaptación a la rutina escolar pueden ser significativos en los niños y niñas. Durante las vacaciones, las exigencias a los pequeños es mucho menor, los progenitores se vuelven más flexibles y aumentan las actividades gratificantes hacia ellos. Todo cambio de rutina obliga a las personas a realizar un proceso de adaptación y en el caso de los alumnos y alumnas, cuanto más cambios se produzcan en su ambiente, más costoso será el proceso.
Comparte esta noticia desde el siguiente enlace: https://mijascom.com/?a=11275