Con el propósito de que la visita al pediatra no suponga un trauma para los niños, sino más bien todo lo contrario, una experiencia única, a la sección de Pediatría del Centro de Salud Cartuja de Granada se le ocurrió la genial idea de trasladar esta propuesta a los alumnos de la Escuela de Arte de Granada. Entre los proyectos presentados, el de la caleña Paula Duarte, titulado ‘Cuerdas’.
“Los pediatras sabían que querían algo específico para la zona de pediatría y, entonces acudieron a nosotras a través de un enfermero que contactó con la Escuela. El concurso se hizo desde la asignatura Arquitectura Efímera”.
El proyecto de Duarte resultó el ganador por su sencillez y bajo coste. 1.500 metros de cuerda de cuatro colores diferentes conectan la entrada del ambulatorio con las tres salas de pediatría y un pasillo con paneles informativos.
“Hemos trabajado alrededor de cuatro meses en la propuesta. Después, con los pediatras fuimos adaptando algunas cosas, pero necesitábamos que se fueran ajustando a cuestiones relacionadas con la sanidad y el espacio”.
La zona donde se encuentra este centro de salud granadino, entre La Paz y Almanjaya, cuenta con un alto absentismo escolar, según apunta Duarte: “Por eso, quise que también se contemplara en el proyecto el fomento de la lectura de alguna manera. Las cuerdas van por el techo y entran dentro de las consultas donde hay unos puff, que es donde los niños se sientan a leer”.
La inspiración
Un cortometraje sirvió de inspiración a esta caleña, que está muy cerca de cumplir los 23 años. “No recuerdo el nombre del corto, pero la protagonista es una niña que está en un orfanato y llega un niño que tiene parálisis, entonces, a través de esas cuerdas consigue que el niño se adapte al espacio. Con la idea de que los niños se adaptaran a un espacio de adultos, teniendo en cuenta sus necesidades y logrando que fuera un lugar más agradable, nace el proyecto”.
El montaje, trabajo en equipo
“Justo al terminar las clases y los exámenes nos pusimos con el montaje en el centro de salud. Fue todo muy rápido. Quería que se hiciera en el mismo día para que, al día siguiente, cuando llegasen los niños, estuviera todo montado. Fueron 12 horas seguidas de trabajo. Tuvimos la suerte de contar con la ayuda de los técnicos del centro, que se encargaron de instalar la parte del techo, que era la más complicada porque estaba a seis metros de altura. También conté con la ayuda de alumnos y amigos durante el montaje”, afirma Duarte.
La mijeña tiene una actitud positiva ante las críticas, ya sean buenas o malas y hace suyo el dicho de que “nunca llueve a gusto de todos”: “Ha habido de todo. Hay gente a la que le ha gustado mucho el proyecto y a otras personas no tanto, que han dicho que las cuerdas son buenas para tender. Pero la mayor satisfacción me la llevé al día siguiente del montaje, cuando me encontré a un niño señalando hacia el techo y hacía el gesto de querer tocar las cuerdas. Fue una enorme satisfacción porque está hecho pensando en ellos”.
Aunque ahora tiene claro que lo suyo es el interiorismo, reconoce que no siempre fue así: “Me gustaba mucho la arquitectura, pero no la que tiene que ver con los edificios. Me gustaba más cómo se ordenaban por dentro, de ahí que me decantara por el interiorismo”. Ahora, ante Paula Duarte, se abre un futuro prometedor.
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